9. la teoría de la Gestalt
Fundador : Max Wertheimer

La teoría de la Gestalt (palabra alemana que en español significa forma) nació en Alemania. El fundador de esta escuela fue Wertheimer (1880-1943), y
sus dos principalesdiscipulos, Koffka (1886-1941) y Kóhler (1887-1967). En 1933, cuando el nazismo se hizo con el poder en Alemania, los creadores de la teoría
de la forma, que eran judíos, emigraron a los Estados Unidos. Koffka publicó en Nueva York sus Principios de la psicología de la forma y, de este modo, se
establecieron fecundos contactos entre el gestaltismo alemán y el behaviorismo americano, de los que ha blaremos más adelante. En Francia, las ideas gestaltistas fueron difundidas por los trabajos de Paul Guillaume.
 
 
El hombre es un todo, y la ciencia descompone. Es decir, la ciencia del hombre contiene una contradicción en sus términos, una petícion de principio. Así lo
comprendió la psicología de la forma, la teoría de la Gestalt. Hay que comprender la psicología como estudio de un conjunto, de un todo, de una totalidad mental,
y rechazar el análisis por parcelas, la fragmentación de la mente que había concebido el asociacionismo. Uno de sus últimos representanres, Taíne, solía decir: “la mente es un polípero de imágenes". Con guijarros, puede formarse un montón de piedras; pero los hechos psíquicos no constituirán jamás un montón de
sensaciones o de tendencias. -
 

 

 

La actitud general de la escuela de la forma aparece perfectamente resumida en esta definición propuesta por Claparéde en el Vocabulario de Lalande
( ed., en caste llano, pág. 397): “Consiste en considerar los fenómenos, no ya como una suma de elementos que ante todo hay queaislar,analizar,disecar,
sino como conjuntos (Zu sammenhange) que constituyen unidades autónomas, que manifiestan una solidaridad interna y que tienen leyes propias. De ello se
desprende que la manera de ser de cada elemento depende de la estructura del conjunto y de las leyes que lo rigen. El elemento no preexiste al conjunto, ni
psicológica, ni fisiológicamente; no es ni más inmediato, ni más antiguo; el conocimiento del todo y de sus leyes no podría deducirse del conocimiento separado
de las partes que en él se encuentran.”
Para concretar esta definición, no partiremos de los tra bajos del propio Wertheimer, sino de la obra de un precur sor, Von Ehrenfels (1859-1932), que, ya en 1890,
propuso, en un artículo titulado “Uber Gestaltqualitáten”, ob servaciones y principios de resonancia “gestaltista”.
Von Ehrenfels reflexiona sobre la percepción de una me lodía. Según él, los datos sensoriales tienen dos clases de cualidades: cualidades sensibles (por ejemplo,
cada una de las notas de la melodía, todos los sonidos escuchados) y también cualidades de la forma, las Gestaltqualitiiten, a saber, la línea melódica misma, el
canto de la frase mu sical. En seguida vemos que la forma de conjunto de la melodía no es la suma de las notas sucesivas que escu chamos. Supongamos, por
ejemplo, que las mismas notas son tocadas sucesivamente, pero dejando entre ellas un in tervalo de tiempo mucho más grande que en la primera audición de la
melodía; ahora, la forma global de la me lodía ha sido destruida, la sucesión de sonidos ha perdido su sentido y su ritmo. La melodía es algo muy distinto que la
suma de las notas; la percepción es algo muy dis tinto que la suma de sensaciones elementales. Lo más im portante es la forma. El ejecutante puede bajar la melo
día en uno o dos tonos, y ésta seguirá siendo la misma. Cada una de las notas es diferente, pero la “configuración” del sistema, el conjunto de relaciones entre las
notas, es idéntico. Se modifican los datos sensibles, pero subsisten las Ges taltqualitüten. Partiendo de estas observaciones, Ehrenfels plantea un problema filosó
fico: ¿Cómo puede percibirse la forma si no es suscitada por un estímulo sensorial específico? ¿Cómo es que oigo la melodía, y no
—o no solamente— las notas? La percepción de la forma no es exactamente “sensorial”, como la percepción de los elementos. Von Ehrenfels la califica de
“cuasi-sen sorial”, con lo que bautiza, pero no resuelve, la dificultad.
Una escuela filosófica alemana, la escuela de Graz, con Alexis Meinong (1853-1920) y Benussi (1878-1929), pro puso una solución de tipo intelectualista al
problema
de von Ehrenfels. Mientras el oído percibe los sonidos, la mente se representa la melodía. En esta explicación se perciben huellas de la filosofía kantiana: las
sensaciones cons tituyen la materia del conocimiento, que recibe su forma de la mente. En Francia, los filósofos intelectualistas, de tradición universitaria clásica,
explicaban la percepción mediante toda una construcción mental a base de sensa ciones elementales. Según Lagneau y Alain, “el objeto se piensa y no se siente”.
Recuerdos y juicios intervienen constantemente en la percepción.
La escuela de la forma tomó posiciones contrarias a la escuela de Graz y al punto de vista intelectualista. Ya no distingue entre sensación y percepción. “La percep
ción no es un conjunto de sensaciones, sino que toda per cepción es, de repente, la percepción de un conjunto.” Dicho en otras palabras, no agrupamos, por un tra
bajo intelectual, sensaciones anteriormente aisladas; no perci bimos los elementos separados para reconstruirlos y aso ciarlos; sino que éstos se ofrecen directa
mente a nuestros sentidos, inmediatamente agrupados en una estructura, en una Ges tait. La parte del dato en la percepción del mundo es mucho mayor de lo que
se creía, y no hay que exagerar la importancia de lo que está construido, de las significaciones adquiridas, de los recuerdos. Ya no hay distinción entre sensación y
percepción: la forma es inse parable de la materia, y se nos presenta intuitiva e inme diatamente con la materia y en la materia, La melodía no es una interpreta
ción dada por la mente, a base de la per cepción de las notas sueltas. La melodía se percibe con las notas y en las notas.
Los objetos se destacan por sí solos, por el hecho de su estructura propia, y constituyen una “figura” sobre “el fondo” indiferenciado de mi campo perceptivo. Abro
los
ojos, no sobre un montón de líneas y de colores en desorden, sino sobre un mundo de objetos que, indepen dientemente de mis hábitos, de mi saber, se
encuentran
de repente organizados según la ley de la “buena forma”, la más simple, la más coherente:
•••••1Figural.
Por ejemplo, esta serie dibujada de puntos se me apa rece en seguida como una serie de grupos de dos puntos. Para “verla” de otro modo, para hacer surgir otra
“forma”, me basta con modificar la estructura global de la figura, interponiendo unas líneas:
• 1• 11•Figura 2.
En esta figura, por ejemplo, veo dos grupos de puntos, un punto aislado a la derecha, y otro a la izquierda. Natu ralmente en el caso de que dos formas sean igual
mente coherentes y “pregnantes”, de que ninguna de ellas sea mejor que la otra, puedo ver, según desee mi voluntad una u otra como “figura”, convirtiéndose el
resto en “fondo”. Por ejemplo, en un dibujo presentado por Rubin, veo, ora un jarrón blanco sobre fondo gris, ora dos caras grises enfrentadas y separadas por un
espacio blan co. En realidad, no es exactamente mi “voluntad” quien interviene, y, si miro fijamente el dibujo, percibiré durante varios segundos la figura blanca, y
después, brus camente, la figura negra. “Asistimos —escribe Gui llaume— a una serie de oscilaciones espontáneas entre las dos figuras, cada una de las cuales
parece crear con...
¿Qué distinguen ustedes en esta foto? ¿Un menhir? En absoluto. Es una estatua moderna. El beso, de Brancusi(1908). Para hallar el sentido
de esta escultura, de nada les servirá un análisis fragmentario; sino que sólo una síntesis global, una intuición total, les permitirá captar lo esencial de un solo
vistazo. “Hay que ir hacía lo verdadero con toda el alma’ decía Platón. La psicología de la forma nos dice que el conocimiento es total, o no existe.
 
 
 
...persistencia condiciones más o menos favorables para la inversión, y así sucesivamente.”
Pero queda por resolver el problema planteado por Von Ehrenfels. ¿Cómo es posible la percepción de la “for ma”, si la forma no es un estímulo sensorial? Los psicólo
gos de la Gestalt responden proponiendo una teoría del sistema nervioso. El sistema nervioso debe estar estructu rado de manera que corresponda a la- percepción
de las formas. Paul Guillaume escribe: “La organización que estudia el psicólogo debe ser comparada a la que estudia el fisiólogo. Si nuestra percepción está organi
zada, debe estarlo de igual manera el proceso nervioso que corres ponde a ella.” En realidad, la teoría de la forma no se limita a una interpretación de los fenómenos
psicológicos; es una teoría general de la Naturaleza, cuyo principio esencial es el “isomorfismo”, es decir, la identidad o al menos la correspondencia de las formas
físicas, fisiológicas y psico lógicas. Es fácil comprender que los términos de forma, de estructura, de organización, convienen tanto al mundo biológico como al mundo
de los hechos psíquicos. Sabemos que el organismo no es una suma de órganos aislados, cada uno de los cuales funciona por separado, sin depender del equilibrio
global. De hecho, aquí como en otros
casos, el todo rige y explica la parte. El funcionamiento de cada ele mento depende del funcionamiento global del organismo. La máquina viva se adapta y se repara
ella misma; el equi librio global del sistema parece orientar todos los funcio naniientos particulares. Khler insiste en que, incluso en el mundo de la materia inerte,
las “formas” no están ausentes. Pone el ejemplo de un conductor eléctrico homo géneo que, puesto en contacto con un condensador, recibió una carga electrostática.
Es curioso que esta carga se repartiese inmediatamente, de manera igual, en la totali dad del conductor. Si, después, la carga eléctrica se modifi ca en cualquier
punto del sistema, inmediatamente queda reestructurado el conjunto, de manera que se mantenga la igualdad de distribución de la carga. La masa de energía
eléctrica del sistema se comporta como una Ges talt.
Pero limitémonos al estudio de las “formas” psí quicas. Si el punto de partida de la psicología gestaltista es una reflexión sobre la percepción, la teoría acaba por inte
resar a todas las funciones psíquicas. En sus trabajos sobre La inteligencia de los monos superiores (realizados en la estación de Tenerife), Kühler consiguió aplicar
con éxito los conceptos de la teoría de la forma. Así, la inteligencia intuitiva del chimpancé —que encuentra, por ejemplo, la solución de un problema práctico—, le
aparece a Kóhler como una “reestructuración del espacio”. Por ejemplo, el chimpancé ve de pronto, juntos, el palo y la comida. El palo y la comida ya no son
elementos separados del paisaje, sino que constituyen, juntos, una forma global, una Gestalt. Esta teoría gestaltista tiende, pues, a reducir la inteligencia a una
reestructuración de la percepción. Los autores la aplican también a la inteligencia humana. Por ejemplo, yo “veo” súbitamente, en una figura geométrica, que dos
ángulos son alternos-internos, lo cual me permite resolver el problema. De la misma manera, com prender que, si todos los hombres son mortales, Sócrates,
que es un hombre, es mortal, es “ver” al mismo tiem po a Sócrates en la clase de los hombres y en la clase de los mortales, es constituir una Ges talt. Incluso
la memoria es susceptible de una interpretación gestaltista. La fija ción y la resistencia al olvido del recuerdo aparecen ligadas a la forma. Las formas “débiles”,
poco estructuradas, se fijan mal y desaparecen de la memoria; las formas preg nantes, las “buenas formas”, se fijan sólidamente. En’ fin, el recuerdo tiene tendencia
a transformarse según las leyes de la buena
forma: si pedimos a un sujeto que di buje, partiendo de un modelo, un motivo arquitectónico (columnatas, volutas), y le invitamos seis meses después a dibujar
el mismo motivo, comprobamos que el dibujo trazado de memoria tiene formas más regulares, más geo métricas, que el modelo inicial. La interpretación gestal
tista de la memoria suprime las ilusiones asociacionistas:
un todo sólo se constituye cuando ofrece buenas con diciones de estructura. Supongamos, dice Kóhler, que me repiten varias decenas de veces el nombre de una
persona y su número de teléfono. Después, cuando me digan el nombre de la persona, es muy probable que no recuerde el número de su teléfono. En efecto: el
nombre y el número no constituyen una buena forma, una estructura global ar mónica. La contigüidad accidental de elementos no basta para crear una “forma”.
Las asociaciones de ideas se explican, no por leyes mecánicas, sino por la tendencia de nuestros estados de conciencia a integrarse en ciertas es tructuras estables,
privilegiadas.
Así, la teoría de la forma renovó todos los campos de la reflexión psicológica. Citaremos un último ejemplo, muy importante en la psicología contemporánea, sobre
el cono cimiento del prójimo, sobre la percepción de las expresio nes. Según la psicología clásica, los rostros se descifran por un razonamiento analógico.
Comprendo que el llanto es señal de tristeza, que el rubor es señal de vergüenza, porque sé, por experiencia personal, que lloro cuando es toy triste y que me
ruborizo cuando estoy avergonzado. Fechner pretendía incluso que se podía crear, por asocia ción, una “semántica” artificial. Decía, por ejemplo: si sonriera cada vez
que pego a un niño, este sujeto, al cabo de poco tiempo, interpretaría la sonrisa como una señal de cólera. Pero la experiencia no demuestra nada de esto. En
realidad, percibo espontáneamente la significación de muchas expresiones, porque estas expresiones son formas inmediatamente presentes en la intuición. La
relación que existe entre una mímica y un sentimiento no es una rela ción puramente accidental, contingente, que sólo podría mos descifrar por la experiencia y el
hábito. Sino que hay, en cierto modo, un parecido íntimo, una correspondencia de estructura y de “isomorfismo” entre la mímica y el sentimiento. Así, la mímica de
la cólera es inmediatamente expresiva para nosotros, porque es en cierto modo la ima gen de la cólera. Guillaume cita, a este respecto, una frase de Goethe: “Lo
que está dentro está también fuera.” Y evoca una observación del psicólogo gestaltista Koffka:
“Para el niño pequeño, una expresión benévola u hostil es quizás una experiencia más inmediata que la de una mancha azul.”
 
 

Psicología de la Gestalt

De Wikipedia, la enciclopedia libre

(Redirigido desde Teoría de la Gestalt)
La Psicología de la Gestalt es una corriente de la psicología moderna, surgida en Alemania a principios del siglo XX, y cuyos exponentes más reconocidos han
sido los teóricos Max Wertheimer, Wolfgang Köhler, Kurt Koffka y Kurt Lewin. Es importante distinguirla de la Terapia Gestalt, terapia exponente de la
corriente humanista, fundada por Fritz Perls, y que surgió en Estados Unidos, en la década de 1960.
El término Gestalt proviene del alemán y fue introducido por primera vez por Christian von Ehrenfels. No tiene una traducción única, aunque se lo entiende
generalmente como "forma". Sin embargo, también podría traducirse como "figura", "configuración" e, incluso, "estructura" o "creación".
La mente configura, a través de ciertas leyes, los elementos que llegan a ella a través de los canales sensoriales (percepción) o de la memoria
(pensamiento, inteligencia y resolución de problemas). En nuestra experiencia del medio ambiente, esta configuración tiene un carácter primario por sobre
los elementos que la conforman, y la suma de estos últimos por sí solos no podría llevarnos, por tanto, a la comprensión del funcionamiento mental. Este
planteamiento se ilustra con el axioma el todo es más que la suma de las partes, con el cual se ha identificado con mayor frecuencia a esta escuela psicológica.
En la década de 1930 las críticas a las teorías de la Gestalt se generalizaron, destacando la realizada por la llamada Psicología de la Ganzheit, encabezada por Felix Krueger (1874-1948).
 

La escuela de la Gestalt

Ley del Cierre
Ley del Cierre
Ley de Semejanza
Ley de Semejanza
Ley de la Proximidad
Ley de la Proximidad
Dos universidades fueron las que obtuvieron los primeros resultados experimentales. Por una parte estaba la escuela de Graz y por otra la de Berlín. La escuela
de Graz propuso la teoría de la producción, que consideraba la cualidad Gestalt, es decir, la forma o TODO, como el producto de un acto perceptivo. Por otra parte,
la escuela de Berlín demostró que la Gestalt viene dada de forma inmediata, no es producto de la percepción, sino que es ésta la que es producto de la Gestalt.
Esta teoría fue demostrada con el "movimiento aparente", con la presentación de dos fenómenos en distintos tiempos (tal como hacen los dibujos televisivos)
que creaba movimiento.
Los psicólogos iniciadores de esta corriente, Max Wertheimer (1880-1943), Wolfgang Köhler y Kurt Koffka (1887-1941), desarrollaron el programa de investigación
de la Gestalt a principios de la década de 1910, trabajando sobre el "movimiento aparente" y dando lugar a la teoría del " fenómeno Phi".
Uno de los principios fundamentales de la corriente Gestalt es la llamada ley de la Prägnanz (Pregnancia), que afirma la tendencia de la experiencia perceptiva a
adoptar las formas más simples posibles. Otras leyes enunciadas serían:
  • Ley del Cierre - Nuestra mente añade los elementos faltantes para completar una figura. Existe una tendencia innata a concluir las formas y los objetos que
  • no percibimos completos.
  • Ley de la Semejanza - Nuestra mente agrupa los elementos similares en una entidad. La semejanza depende de la forma, el tamaño, el color y otros aspectos visuales de los elementos.
  • Ley de la Proximidad - El agrupamiento parcial o secuencial de elementos por nuestra mente basado en la distancia.
  • Ley de Simetría - Las imágenes simétricas son percibidas como iguales, como un solo elemento, en la distancia.
  • Ley de Continuidad - Los detalles que mantienen un patrón o dirección tienden a agruparse juntos, como parte de un modelo. Es decir, percibir elementos
  • continuos aunque estén interrumpidos entre sí

Antecedentes filosóficos y psicológicos

Otro ejemplo gráfico producido por la Gestalt
Otro ejemplo gráfico producido por la Gestalt

La psicología de la Gestalt se inscribe en la tradición filosófica alemana del siglo XIX. Dentro de esa tradición, se cuentan como influencias principales a:

  • Immanuel Kant: La filosofía kantiana se refleja principalmente en el papel trascendental que Kant asigna a la imaginación como condición subjetiva
  • y 'a priori' de la percepción, pues el fenómeno es ya una síntesis, una construcción mental, cuya materia procede de los estímulos (sensibilia), pero
  • cuya forma impone el hacer (tun) del sujeto. Son las coordenadas vacías y subjetivas de la imaginación, espacio y tiempo, las que dan orden y sentido
  • a las sensaciones, adscribiéndoles una forma. Sentimos, pues, no sólo lo que hay, sino también según somos, según el yo imaginante y pensante.
  • Todo pensar supone al sujeto que piensa (Descartes) y, por consiguiente, la representación no es un simple reflejo. La noción de que la imaginación hace
  • posible el conocimiento sensible, o su trascendental actividad en nuestra "visión" del mundo, fueron ya anticipadas por el asociacionismo de Hume, y mucho
  • antes que por el escocés, por el español Juan Huarte de San Juan en su Examen de ingenios (1575)...
  • Edmund Husserl: La fenomenología es reconocida como la raíz teórica fundamental de esta escuela psicológica, debido a su comprensión de la experiencia consciente como una experiencia fenoménica. Tanto en los conceptos fundamentales de la Teoría de la Gestalt, como en sus métodos experimentales, existe
  • la necesidad de comprender la experiencia consciente como vía fundamental para la descripción de los procesos mentales.
  • Franz Brentano: La principal influencia de él consiste en su noción de intención, desarrollada en su psicología del acto, que consistía en la consideración de las funciones psíquicas como actos intencionales del sujeto.
 
 
 
 

Introducción:

Mientras cursaba estudios en la Universidad de la Habana, y en el marco de una asignatura llamada "Teorías y Sistemas Contemporáneos en Psicología", tuve la oportunidad de preparar un artículo investigativo sobre la corriente de la Gestalt.

Aquí se los dejo con el deseo de que a alguno le sirva, si no como material de referencia para una investigación a fondo, la cual todavía sólo está en mis planes, sí para acceder a un bosquejo teórico de las ideas esenciales de esta escuela.

Hacer historia, hacer homenaje, es una labor delicada y riesgosa. Encomiar lo muerto suele resultar harto sencillo: cuando oímos hablar demasiado bien de alguien casi siempre sospechamos que ya no está entre los vivos. Hacer justicia a una teoría que, a casi veinte lustros de surgida aún se refresca en renovada vigencia, es tarea que trasciende el tiempo de un semestre académico.

He evitado el lenguaje técnico con toda intención. Queriendo que este sitio sea de provecho, no sólo para el profesional de la Psicología, sino también a toda
persona interesada en conocer qué es la Gestalt y cuál es su futuro. Así salió este artículo.
Una investigación sobre la psicología de la Gestalt debería requerir ante todo, y por cuestión de principios, el análisis integrador de toda la historia de la psicología
y los sistemas contemporáneos. Por otra parte, una visión abarcadora del propio paradigma a estudiar, en su contexto histórico y cultural. Si no se ha logrado esto en el presente trabajo no ha sido por limitaciones materiales o de voluntad: mis modestas intenciones no fueron más allá de esbozar una aproximación al surgimiento, desarrollo y vigencia de este paradigma. Y, si bien no fue espacio para aportar nuevas valoraciones a las críticas que los especialistas se han
encargado de hilvanar, fue ocasión de revisar alguna bibliografía extremadamente útil.
Aquí está. Espero que les guste y aproveche a todos. Gracias.
 

Contexto específico en que surge este paradigma:

Alemania. Primavera de 1910. Max Wertheimer comienza a cuestionarse la naturaleza de la percepción. Las explicaciones convencionales de la psicología, basadas
en un supuesto mosaico de sensaciones combinadas o asociadas, no justificaban el dato psicológico tal como se da inmediatamente. Dejaban a un lado la
totalidad y fluidez de la experiencia perceptual. Los psicólogos ortodoxos se dejaban absorber por la cotidianidad del fenómeno, dándolo por algo que no
necesitaba ser sometido a juicio.

En sus experimentos contó con dos ayudantes, Wolfgang Köhler y Kurt Koffka. Se dedicaron a hacer experimentos con kinescopios sencillos y descubrieron lo que dieron en llamar "fenómeno phi" (o ilusión de movimiento aparente). Entre los tres se dieron a la tarea de llamar la atención sobre la necesidad de revisar los paradigmas psicológicos existentes: concretamente la psicología experimental de Wundt y el asociacionismo.

Los escritos de Wertheimer sobre la percepción del movimiento aparente, dados a conocer en 1912, fueron las primeras publicaciones sobre el tema Gestalt. Por lo cual se considera a Wertheimer como su fundador. Pero Köhler y Koffka han sido tan activos como aquel en la tarea de elaborar los conceptos de la psicología de
la Gestalt y organizar la nueva escuela. Koffka orientó inmediatamente sus esfuerzos y los de sus discípulos hacia problemas relacionados con la percepción visual del movimiento. Aplicó también los principios de la psicología de la Gestalt a problemas del desarrollo psíquico. Köhler es conocido por la aplicación del concepto
Gestalt a los procesos psíquicos superiores de los animales. Al modo en que los antropoides resolvían problemas y su "compenetración" en estos casos.

A Köhler y Koffka, se debe el interés que existe en la actualidad por el movimiento gestáltico, particularmente en los EE.UU. Los tres libros más leídos acerca de la materia en Norteamérica son The Growth of the Mind de Koffka, y The Mentality of Apes y Gestalt Psychology de Köhler.

Para entender mejor la crisis de los paradigmas teóricos previos, la situación de las ciencias psicológicas en la época será analizada en la siguiente sección.
 

Situación de las ciencias psicológicas en la época:

A principios del siglo XX la naciente psicología atravesaba una época de crisis, debido a las insuficiencias teóricas de los modelos predominantes, de corte behaviorista. Lo artificioso de las estructuras propuestas para explicar los fenómenos humanos, y la posición reduccionista al centrar toda investigación psicológica
en los aspectos observables de la conducta, dejaban fuera muchos aspectos. Cada vez se hacía mas patente la necesidad de examinar, con una visión
integradora, la vida psíquica.
Las tesis centrales del asociacionismo eran que la percepción es una reproducción de los objetos en forma de imagen mental, y que el pensamiento consiste en
una combinación mecánica de tales imágenes.

James Mill, uno de sus principales exponentes, afirmaba:

"Nuestras ideas se producen o existen en el orden en que existen las sensaciones de las que son reproducciones".

De este planteamiento puede inferirse una concepción mecanicista de la psicología. A dicho paradigma se unían Wundt, Titchener, Ebbinghaus, Thorndike, Watson y Pavlov, haciendo modificaciones para conformar sus teorías particulares.

Por otro lado Binet, el creador de los tests de inteligencia, probó a través de sus estudios que el pensamiento no podía constituir meramente una suma sucesiva de elementos perceptivos, y atacó a fondo el concepto de imágenes mentales.

En esa época en Alemania, G. E. Müller comprobaba empíricamente que los sujetos de sus experimentos reorganizaban el material percibido. Sus ideas fueron empleadas por Oswald Külpe, quien introdujo la variable motivación en el rendimiento de los sujetos en pruebas de laboratorio. Dichos sujetos podían atender a
una figura discriminándola del resto del campo visual. Muchos otros investigadores, como Watt y Bühler, expusieron conclusiones experimentales que hicieron caer
en crisis al asociacionismo. Podría decirse que prepararon el camino para el surgimiento de un nuevo paradigma, más ajustado a la verdadera naturaleza de los procesos psíquicos.
Los psicólogos de la Gestalt introdujeron el concepto de "organización" entre el estímulo y la respuesta de los conductistas. Estos últimos consideraban al ambiente como una serie de estímulos independientes. Para los gestaltistas, los fenómenos percibidos realmente son formas organizadas, no agrupaciones de elementos sensoriales.
 
 

Ideas esenciales de la Gestalt:

El núcleo de la Psicología Gestalt gira en torno a la siguiente afirmación:

"La percepción humana no es la suma de los datos sensoriales, sino que pasa por un proceso de reestructuración que configura a partir de esa información una forma, una gestalt, que se destruye cuando se intenta analizar, y esta experiencia es el problema central de la psicología".

La Gestalt implica un retorno a la percepción ingenua, a la experiencia inmediata, no viciada por el aprendizaje. Nos lleva a comprobar que ahí no percibimos conjuntos de elementos, sino unidades de sentido estructuradas o formas. El todo es más que la suma de sus partes. La conciencia abarca mucho más que el ámbito de la conducta.

No se dispone de palabra alguna que corresponda exactamente al vocablo alemán gestalt. Se han sugerido diversas traducciones, entre ellas, las de "forma", "figura" y "configuración". Pero ninguna ha sido aceptada sin reservas. A la palabra "figura" se le ha objetado que indica un campo demasiado limitado: el visual. Se ha empleado "configuración", pero con mucha cautela. Acaso porque su derivación sugiere, aunque bastante remotamente, una composición de elementos, que es la verdadera antítesis de la Gestalt. "Forma" es, sin duda, el término menos objetable y se está usando de modo bastante general.

Según Köhler, la palabra gestalt se emplea en alemán con dos acepciones. Denota, a veces, la figura o la forma como una propiedad de las cosas. Otras, "una entidad concreta individual y característica, existente como algo separado y que posee figura o forma como uno de sus atributos". Se aplica a características tales como la cuadratura o triangularidad de las figuras geométricas, o a la apariencia espacial distintiva de los objetos concretos, tales como mesas, sillas y árboles. Debemos remarcar que la aplicación del término no se limita, por supuesto, al campo visual, y ni siquiera al campo sensorial en su conjunto. Aprender, pensar, procurar, actuar, han sido tratados todos como gestalten.

Psicología de la Gestalt (de la UNAM)

Escuela de psicología que se dedicó principalmente al estudio de la percepción. Frente al asociacionismo imperante, la escuela de la Gestalt postulaba que las imágenes son percibidas en su totalidad, como forma o configuración (del alemán, Gestalt), y no como mera suma de sus partes constitutivas. En las configuraciones perceptivas así consideradas, el contexto juega además un papel esencial. La escuela de la Gestalt intentó formular las leyes de estos procesos perceptivos.

Según el punto de vista de la teoría asociacionista, los estímulos se reciben primero aislados, como ‘sensaciones’ que después se organizan en imágenes perceptivas más complejas. Pero esta explicación era insuficiente ante ciertos fenómenos, incluso en el terreno del aprendizaje. Hacia 1910, los investigadores alemanes Max Wertheimer, Wolfgang Köhler y Kurt Koffka rechazaron el sistema de análisis que predominaba en la psicología de principios de siglo, adoptando el de la teoría del campo, recién desarrollado entonces para la ciencia física. Este modelo les permitió estudiar la percepción en términos distintos al mecanicismo atomista de los asociacionistas.

Los psicólogos gestaltistas descubrieron que la percepción es influida por el contexto y la configuración de los elementos percibidos; las partes derivan de su naturaleza y su sentido global, y no pueden ser disociados del conjunto, ya que fuera de él pierden todo su significado.

El enfoque de la Gestalt se ha extendido a la investigación en áreas distintas de la psicología, como el pensamiento, la memoria o la estética. También algunas cuestiones candentes de la psicología social se han estudiado desde el punto de vista estructuralista de la Gestalt, como los trabajos de Kurt Lewin sobre la dinámica de grupos, hoy esenciales en la investigación social tanto teórica como aplicada. Sin embargo, es en el área de la percepción donde el enfoque de la Gestalt ha tenido una mayor influencia.

Diversos métodos actuales de psicoterapia se autodenominan gestaltistas porque se llevan a cabo siguiendo ideas similares a las de esta antigua escuela de la percepción: los seres humanos son considerados como conjuntos que responden a la experiencia configurada de modo global, con lo que la separación cuerpo-alma sería artificial. Según la terapia de la Gestalt, la percepción adecuada de las necesidades personales y del mundo exterior es vital para equilibrar la experiencia personal y conseguir una ‘Gestalt positiva’, mientras que apartarse de la conciencia rompe la respuesta global. Los terapeutas de la Gestalt intentan restablecer el equilibrio armónico natural del individuo mediante un fortalecimiento de la conciencia. El énfasis se pone en la experiencia presente, más que en la indagación de las experiencias infantiles propias del psicoanálisis clásico. También se estimula el enfrentamiento directo con los propios miedos.
 

Esquema del funcionamiento de la percepción:

El siguiente esquema ilustra de manera simplificada cómo los estímulos del ambiente son sometidos al proceso de organización antes de ser analizados por
el resto del sistema cognitivo.


Esquema de funcionamiento

Los principios de la Psicología Gestalt en la resolución de problemas:

El ser humano posee una capacidad asombrosa para organizar el campo percibido según principios simplificadores. Esto suele ser un valioso recurso adaptativo. Aunque sucede que, a veces, esas mismas formas archivadas en nuestro sistema cognitivo pueden dificultarnos el desempeño de tareas que requieren soluciones creativas.

Los psicólogos de la Gestalt consideran que la resolución de problemas no se limita al empleo mecánico de la experiencia pasada (pensamiento reproductivo). Sino que supone la génesis de algo nuevo no mimético de la información mnémica (pensamiento productivo). Ese "algo nuevo" es una gestalten o configuración perceptiva alcanzada bruscamente o por insight. El concepto clásico de insight se ilustra claramente en la observación de Köhler con el mono Sultán. Köhler situó una banana colgada del techo en el exterior de la jaula del chimpancé de modo que éste no podía alcanzarla con un palo que tenía a su disposición ni subiéndose a una caja. El animal lo intentaba una y otra vez con ambos medios por separado, y después abandonaba la tarea desanimado. Pero de pronto se dirigía con decisión al palo y se subía a la caja de modo que alcanzaba la banana y la solución. Köhler asegura que Sultán experimentaba una súbita reorganización perceptiva de los elementos del problema, comprendiendo de pronto una relación nueva entre los elementos que conduce a la solución.

Otros miembros de la escuela Gestalt elaboraron problemas de insight. Pensados, en este caso, para humanos. Teniendo en cuenta dicho objetivo, añadieron la noción de fijación para interpretar las limitaciones que experimentan los sujetos. Aquí les presento tres ejemplos, invitándolos a pensarlos un poco antes de ver las soluciones.

Problema # 1

Un primer ejercicio sencillo: tratar de unir los nueve puntos de esta matriz con CUATRO LÍNEAS RECTAS. ¿Parece complicado? ¡Es muy sencillo!



Aquí está el segundo ejercicio: trate de formar cuatro triángulos EQUILÁTEROS empleando seis fósforos.

Problema # 2



Problema # 3

Y este, con algo más de ingenio: ¿cómo podría Ud. fijar una vela a la pared utilizando los materiales que se muestran en el diagrama: una caja de fósforos y algunas tachuelas?

Antes de buscar las soluciones a estos ejercicios le exhorto a que dedique algunos minutos a tratar de hallar las respuestas por Ud. mismo. Esto le ayudará a comprender experiencialmente los fenómenos que se explicarán en la siguiente página, junto a las respuestas a estos curiosos problemas.
 

Relaciones entre la escuela Gestalt y otras corrientes psicológicas:

La Gestalt ha aprovechado principios y tenido discrepancias teóricas con el resto de las escuelas psicológicas. Critican a los teóricos clásicos del aprendizaje por descartar la consciencia innecesariamente, y porque consideran su material de investigación de forma fragmentaria, presuponiendo que las unidades grandes no son sino unidades más pequeñas asociadas en combinaciones específicas. Todo esto, según los gestaltistas, sólo muestra a la perfección lo que la percepción no es.

Piaget hizo un aporte a los postulados gestálticos sugiriendo una estructura de pensamiento de naturaleza extremadamente adaptable, haciéndose más diferenciado e intuitivo con la experiencia. Clasificó tres propiedades psicológicas de las estructuras: integridad, interrelación entre sus partes y el principio de homeostasis, según la cual las estructuras mentales se ajustan a las nuevas experiencias por los mecanismos de asimilación y acomodación.

Así como Piaget sostuvo la hipótesis de las estructuras de pensamiento, el lingüista norteamericano Noam Chomsky planteó la existencia de estructuras innatas de lenguaje en los individuos desde la temprana juventud.

Las teorías cognitivas también admiten la naturaleza estructurada del aprendizaje avanzado. Según esto, cada área del conocimiento humano posee una estructura única integrada por conceptos y relaciones entre conceptos. Así, por ejemplo, durante el proceso de enseñanza, cada materia debe ser impartida por un experto en la misma, pues tiene las estructuras mentales que conforman sólidamente su dominio del tema a impartir, y es capaz de llevar a sus alumnos a replicar tales estructuras.

El psicoanálisis toma de la Gestalt el concepto de insight, según lo cual el cliente, durante la relación terapéutica o análisis, alcanza por ese mismo proceso una nueva comprensión de sus motivos inconscientes y las bases de su conducta patológica.

La terapia Gestalt y la humanista tienen muchos puntos de convergencia, ya que ambas parten de un enfoque holístico de la experiencia humana y la responsabilidad y conciencia del individuo sobre sus necesidades presentes.
 

Síntesis biográfica de tres de las más representativas figuras del movimiento gestáltico:

Max Wertheimer (15 de Abril de 1880, Praga - 12 de Octubre de 1943, New York): Psicólogo de origen checo, uno de los fundadores, junto con Kurt Koffka y Wolfgang Köhler, de la psicología Gestalt. Durante su juventud estudió violín y compuso música sinfónica y de cámara. Pensaba que en la música estaría su futuro. En 1900 inició la carrera de leyes en la Charles University de Praga, pero un año después pasó a estudiar Psicología en la Friedrich-Wilhelm University de Berlín, bajo la tutela de Carl Stumpf, famoso por sus notables aportes a la Psicología de la Música.

Recibió su doctorado en 1904 en la Universidad de Würzburg, al desarrollar un detector de mentiras para el estudio objetivo de declaraciones, y desplegando un método de asociación de palabras durante su disertación. Llevó a cabo investigaciones en varios laboratorios de Praga, Berlín y Viena, interesándose particularmente en la percepción de estructuras ambiguas y complejas. A partir de estas observaciones desarrolló un conjunto de ideas que conformaron la base de la Psicología Gestalt.

Durante un viaje en tren en 1910, Wertheimer quedó intrigado por las cuestiones relativas a la percepción del movimiento. En una parada en Frankfurt compró un estroboscopio de juguete para experimentar. Descubrió que, iluminando dos líneas cercanas con un intervalo de tiempo suficientemente breve, se tenía la sensación de percibir una sola línea en movimiento. A este fenómeno lo bautizó como fenómeno phi.

Wertheimer criticó el sistema educacional de la época, basado en la lógica tradicional y el asociacionismo. Planteó que las tareas de resolución de problemas que implicaban reorganización y agrupamiento no eran estudiadas por la lógica, pero eran procesos esenciales del pensamiento humano. A esto se debe añadir el concepto de Praegnanz (precisión) que plantea que cuando las sensaciones se organizan para constituir formas, se sigue un principio de economía que persigue el menor gasto de energía del sistema cognitivo. Para Wertheimer la verdad estaba determinada por la estructura total de la experiencia más que por sensaciones o percepciones individuales.

A pesar de que el núcleo de la Gestalt gira en torno a la percepción, su alcance pronto se extendió a otras áreas de la Psicología, haciendo énfasis en el análisis dinámico y la relación de los elementos en su estructura total, desde la idea de que "el todo es más que la simple suma de sus partes".

Wertheimer viajó a los EE.UU. poco antes de que los nazis tomaran el poder en 1933. Se desempeñó como profesor en la Nueva Escuela para Investigaciones Sociales de New York, donde pasó los últimos años de su vida. En esa etapa se consagró al estudio de la ética social. Su libro Productive Thinking se publicó póstumamente en 1945.

Kurt Koffka (18 de Marzo de 1886, Berlín - 22 de Noviembre de 1941, Massachussets): Psicólogo alemán, co-fundador, junto a Wolfgang Köhler y Max Wertheimer de la escuela Gestalt de Psicología.

Estuvo asociado a la Universidad de Giessen entre los años 1911-1924, y sirvió como sujeto de experimentos, junto a Köhler, en los trabajos sobre percepción llevados a cabo por Wertheimer y que promovieron una concepción más holística de los fenómenos psicológicos.

Koffka dirigió gran cantidad de experimentos, y es famoso por aplicar sistemáticamente los principios gestálticos a un amplio rango de problemas específicos. Una de sus principales obras, Die Grundlagen der psychischen Entwicklung (1921; Bases del desarrollo psicológico) versó sobre la aplicación de los principios de la Psicología Gestalt al problema de cómo los niños, en su temprana infancia, organizan un mundo nuevo e incomprensible para ellos.

En 1924 comenzó una serie de visitas a Universidades de los EE.UU. y en el 1927 fue nombrado profesor de Psicología del Smith College en Northampton, donde trabajó hasta su muerte. Su obra cumbre fue Principles of Gestalt Psychology (1935), con el cual contribuyó profusamente al estudio de la percepción, la memoria y el aprendizaje.

Wolfgang Köhler (21 de Enero de 1887, Estonia - 11 de Junio de 1967, New Hampshire): Psicólogo alemán que fue una pieza clave en el desarrollo de la Gestaltpsychologie. Se doctoró en la Universidad de Berlín en 1909, con un trabajo sobre audición. En 1912 participó, junto a Köhler, en los experimentos sobre percepción que llevó a cabo Wertheimer y que terminaron en el movimiento psicológico conocido como Gestalt.

Como director de la Academia Prusiana de Ciencias en Tenerife, Islas Canarias, (1913-1920), Köhler llevó a cabo diversos experimentos sobre la resolución de problemas en chimpancés, poniendo de manifiesto su capacidad para construir y usar herramientas simples. Sus hallazgos fueron publicados en Intelligenzprüfungen an Menschenaffen (1917; Estudios sobre la inteligencia de los antropoides), obra en la cual exhortó a una revisión radical de los paradigmas de las teorías de aprendizaje. Otra obra capital fue Die physischen Gestalten in Ruhe und im stationären Zustand (1920; Gestalten físicas durante el descanso y los estados de reposo), que incluyó investigaciones neurofisiológicas.

En 1921 Köhler fue jefe del Instituto de Psicología y profesor de Filosofía de la Universidad de Berlín, y publicó Gestalt Psychology en 1929. Debido a sus críticas al gobierno de Adolf Hitler, Köhler se vio obligado a emigrar a los EE.UU. en 1935, donde laboró hasta su muerte en el Swarthmore College de Pennsylvania.
 

La Gestalt inconsciente: la percepción subliminal:

Los procesos de organización de los estímulos primarios en formas funcionan no sólo al nivel de lo que nuestra atención enfoca. Los conceptos de figura y fondo, en situaciones reales, no son tan simples como en un diagrama didáctico. A una de las figuras se le presta la mayor atención y es percibida de forma consciente. Pero aún el fondo se compone de un número indefinido de figuras secundarias, de la cuales no estamos al tanto de manera consciente, y penetran en nuestro sistema a través de los llamados "canales colaterales". A estos estímulos se les denomina subliminales.

Los mensajes subliminales (sub-liminal: por debajo del umbral) son aquellos que acceden a nuestro sistema cognitivo sin que nos percatemos conscientemente de que esto sucede.

Ya en el siglo IV A.C. el filósofo griego Demócrito afirmaba que "hay muchas más cosas perceptibles de las que podemos percibir conscientemente". Platón, Aristóteles y Leibniz reconocieron fenómenos equivalentes. O sea, es un error creer que sólo existe percepción de aquello de lo que se es consciente.

El primer experimento que demostró que un mensaje emitido a espaldas de la conciencia podía, y de hecho tenía, efectos mesurables en la conducta; fue realizado por James Vicary en 1956 en Fort Lee, un barrio de New York. En un cine se proyectaba la película Picnic. Con la ayuda de un proyector estroboscópico Vicary "bombardeó" la pantalla con una diapositiva que decía: "Beba Coca-Cola - ¿Tiene hambre? - Coma palomitas de maíz". En ese cine, durante una semana, se registró un aumento de las ventas de Coca-Cola en un 18.1%, y de palomitas en un 57.5%.

Al leer un periódico o página Web prestamos poca atención a los anuncios publicitarios, apenas unos milisegundos y de refilón. Pero eso basta para lograr el efecto deseado: el mensaje entra en nuestro sistema informacional.

En 1966 los psicólogos Wolitzky y Klein mostraron a un grupo de sujetos experimentales una figura encubierta -un pato- formada por los contornos de la figura perceptual dominante -una rama de árbol-. La figura oculta influyó poderosamente en otras imágenes posteriores presentadas a dichos sujetos, aunque al describir el estímulo no mostraron evidencia de percatarse conscientemente del mismo, incluso tras varias exposiciones.

Las figuras disimuladas o emborronadas que no rebasan el umbral de la consciencia, implican que el proceso gestáltico de organización afecta la entrada de información sensorial en un punto más allá de aquel al que esta información tiene acceso (inatención selectiva).

Los creadores de anuncios publicitarios conocen esto y lo aplican en sus anuncios. Camuflan estímulos por diversas partes del anuncio sabiendo que se harán efectivos en sueños (efecto Poetzl), o en cualquier momento posterior.

Otro fenómeno que provoca estímulos subliminales es la "defensa perceptual" (el estímulo supraliminal actúa como subliminal). Se plantea que todo lo que agrede a la conciencia y al sistema ético con implicaciones emocionales negativas, es ignorado por la mente. El ser humano tiene la capacidad de bloquear información cuando ésta se opone a sus valores conscientes. Dicha información, no obstante, evoca sentimientos o deseos y llama la atención sobre cosas de las que la conciencia no tiene noticia. (Ej: estímulos de naturaleza homoerótica en anuncios de cigarrillos o bebidas).

Si desea ampliar la información sobre el tema le recomiendo la lectura de una de las obras más completas, llamada Seducción Subliminal del Dr. Wilson B. Key o Estimulación Subliminal de Lucía Sutil.

El subliminal en la música

Durante los dulces 60's muchas bandas de rock emplearon el principio de ocultar información simbólica o verbal en sus canciones. Su objetivo era estimular, en la masa de fans, energías reprimidas con el fin último de incrementar las ventas de sus discos.

Una de las estrategias empleadas con este fin es el montaje de frases grabadas a la inversa sobre la pista de la canción. Tales frases se oyen como ruidos de fondo o sonidos distorsionados cuando la canción se reproduce en su sentido normal y pueden entenderse cuando se reproduce la cinta al revés. Pero el sistema perceptual humano es capaz de captar el mensaje aún en la reproducción ordinaria de la pieza. Una de las bandas que más empleó este truco fue The Beatles, como por ejemplo la canción Revolution Nr. 9 de su Disco Blanco, la pieza Fire of Light de la Electric Light Orchesta, la famosa Stairway to Heaven de Led Zeppelin, y Hotel California de The Eagles. Otra estrategia es el doble sentido en las letras, ilustrado con la antológica Hey, Jude de McCartney, donde en una canción de amor se incita a la gente a consumir heroína; y Bridge over troubled water de Simon & Garfunkel, referida al mismo tema.

Una rica fuente de información sobre el subliminal en la música es el texto Media Sexplotation del Dr. Wilson Key (1979).

El subliminal en la pintura y el cine

En los óleos y también en cuadros creados con otras técnicas se pueden incluir mensajes emborronados o enmascarados, mediante imágenes que evoquen estados de terror, lujuria o dependencia. También a través de frases textuales aunque estas, según algunos autores, pierden universalidad debido al idioma. Los hay que discrepan sobre este punto y sostienen que puede ser efectivo un mensaje subliminal en una lengua extranjera. Velázquez, Goya, Klee, Ernst, Dalí y Picasso, entre muchos otros, emplearon magistralmente esas prácticas.

En el cine se usa la técnica de imágenes estroboscópicas o fotogramas insertados en la secuencia del filme. Estos trabajan sobre los impulsos primarios provocando sensaciones como las mencionadas en párrafos anteriores. Quizá una de las obras que más directamente toca el tema es La Agencia de George Kaczender (1980, traducida a veces como Juegos Mentales), cuyo protagonista se descubre viviendo en un mundo donde las masas son manipuladas mediante mensajes subliminales por doquier. Otros filmes que no se refieren al subliminal pero que usan o abusan de esta práctica son La Guerra de las Galaxias de George Lucas (1977), Fantasía de Walt Disney (1940), El Exorcista de William Friedkin (1973), JFK de Oliver Stone y Fight Club de David Fincher. Otros han insertado mensajes publicitarios subliminales de sus patrocinadores, como la propaganda de Smarties en E.T., o la de Nike en Terminator.
 
 

La terapia Gestalt:

Fue creada por Frederick S. Perls y su esposa Laura en 1940. Perls era psicoanalista, pero ciertas discrepancias con los métodos y teorías freudianos lo llevaron a crear su propia línea terapéutica. Las fuentes de su método pueden encontrarse en Karen Horney y Wilhelm Reich, el existencialismo (Martin Buber y Paul Tillich) y la fenomenología (Edmund Hüsserl), de donde tomó las ideas de "libertad" y "responsabilidad", la de la inmediatez de la experiencia y la del papel del individuo en la búsqueda del significado de su vida.

Aplicó los principios de la Psicología gestáltica al postular que las personas emocionalmente saludables organizan su campo de experiencia en necesidades bien definidas que les sirven de referencia a la hora de organizar su conducta. Las personalidades neuróticas interfieren con la conformación de la gestalt apropiada y no llegan a adecuarla con sus necesidades.

La terapia Gestalt pretende resolver los conflictos y ambigüedades que provienen de la dificultad para integrar las configuraciones de la personalidad. Su papel es lograr que el cliente se haga consciente de sus sensaciones significativas hacia sí mismo y hacia su entorno, de suerte que pueda responder plena y razonablemente a cualquier situación. La clave es enfocarse en el "aquí y ahora", no en las experiencias del pasado, y una vez situados en el "aquí y ahora" puede enfrentar conflictos pasados o asuntos inconclusos —las llamadas gestalten inconclusas—. El cliente es estimulado a discutir sus recuerdos y preocupaciones en tiempo presente, dramatizando conflictos, por ejemplo. A través de éste método el cliente se familiariza con su problema, saca afuera aspectos reprimidos de su personalidad y adopta la posición de un tercer individuo, para analizar con más objetividad el problema.

Al igual que en otras terapias humanistas, la terapia Gestalt asume la tendencia innata a la salud, la integridad y la plena realización de las potencialidades latentes.

Perls desarrolló la mayor parte de las técnicas de terapia Gestalt en los EE.UU. durante los años sesenta, estableciendo institutos gestálticos en muchas partes del país. Gran cantidad de técnicas psicoterapéuticas han incorporado principios de la terapia Gestalt, la cual mantiene hoy en día plena vigencia en el mundo entero.
 
 

Valoración crítica:

La Psicología Gestalt, en su momento, implicó una revolución de las ciencias psicológicas, al poner en evidencia fenómenos a los que nunca antes se les había prestado atención.

Esto nos propone ver todo lo percibido como el resultado de procesos organizadores, sin un carácter innato. Por tanto, la realidad que nos rodea, pierde su pretendida objetividad, lo cual nos hace libres de percibir infinidad de realidades "objetivas" alterando controladamente los principios organizadores de nuestra consciencia.

Por otro lado, la Psicología Gestalt propició la realización de investigaciones en el campo de la percepción como no lo había hecho ninguna otra escuela psicológica. Los estudios gestálticos sobre neurofisiología, figura-fondo, etc, son muy sugerentes. Ha influido en varias ramas de esta ciencia, abarcando estudios sobre la Psicología infantil, social, educativa y clínica. Sus obras experimentales se sostienen por sus propios méritos. En sus teorías se encuentran las mejores respuestas que se han dado a varios problemas capitales de las ciencias psicológicas.

El modelo propuesto por la Psicología Gestalt dio origen a una eficiente línea terapéutica, y sirvió de inspiración al surgimiento de nuevas corrientes como la Psicología Transpersonal.

Conclusiones:

La Gestalt es un escuela de Psicología que interpreta los fenómenos como unidades organizadas, más que como agregados de distintos datos sensoriales.

Plantea que el significado de un objeto estructurado (p. ej: en la percepción visual) no depende de sus elementos constitutivos específicos. Así, una figura dibujada tiene significado aún cuando hay líneas discontinuas en el gráfico.

La Gestalt, que ha hecho un substancial aporte al estudio del aprendizaje, la memoria, el pensamiento y la personalidad y motivación humanas, surgió en EE.UU. en los años 30's por psicólogos alemanes refugiados. Allí el movimiento recibió el ímpetu de los psicólogos Max Wertheimer, Wolfgang Köhler, y Kurt Koffka, en protesta contra las actitudes científicas que hacían énfasis en el análisis, en detrimento de los valores humanos. La influencia de filósofos como Kant, Match y Hüsserl sobre el pensamiento de los psicólogos de la Gestalt ha sido considerable.

La terapia Gestalt, desarrollada después de la Segunda Guerra Mundial por Frederick Perls, consideró que la raíz de los trastornos psicológicos podía estar en la incapacidad de las personas de integrar exitosa y acertadamente las partes de su personalidad en un todo saludable. En la terapia el analista anima al cliente a enfrentar sus emociones y reconocerlas por lo que son en realidad.

La teoría de la Gestalt es el resultado de investigaciones en el campo de la Psicología, la Lógica y la Epistemología. Sus principales aportes: hacer que la ciencia tomara en cuenta al mundo cotidiano y, en dicho proceso, el Hombre ganara una comprensión más profunda y exacta de su esencia. La transición a este nuevo enfoque debería marcar un paso de avance. Pero, aunque hayamos aprendido mucho, somos más pobres que antes. Lo mismo pasa en la Psicología. Aquí también encontramos que el objeto de la ciencia se limita a una recogida sistemática de datos. A menudo excluimos el más vivo y verdadero de los fenómenos que estudia nuestra ciencia. Hemos eludido lo esencial.
 
ABAJO "10. el neobehaviorismo"
 
 
 





 



 





 




10. el neobehaviorismo
Los psicólogos gestaltistas, emigrados a América, expresaron cada vez más su teoría en términos de la psicología del comportamiento. Los behavioristas, por su parte, encontraron en la teoría gestaltista una materia que rebasaba sus concepciones analíticas y mecanicistas, y empezaron a describir las conductas en

lenguaje de forma y de estructura.
Lewin — cuya obra simboliza muy bien el fructífero con tacto entre gestaltismo, y behaviorismo— demostró per fectamente que el espacio donde se despliegan los comportamientos no es el espacio homogéneo, indiferenciado, donde el físico y el mecánico aplican sus ecuaciones. El es pacio en que vivimos no es un campo homogéneo; por ejemplo, en el aula, la tarima desde donde habla el profe sor, las ventanas a través de las cuales se divisa el mundo exterior extra-escolar, la puerta por la que pueden entrar en clase diferentes personajes, son puntos del espacio privilegiados, portadores de significaciones particulares. Tal o cual dirección
se encuentra, según las circunstancias, cargada de fuerza, y da al campo espacial una orientación dinámica.
Pero, para describir el campo espacial del ser vivo, no basta el lenguaje de las formas. Hay que hablar en térmi nos de significaciones y de valores. El medio del
ser vivo
— donde veían los behavioristas una suma de estímulos — no puede definirse fuera de la subjetividad del individuo. El mismo bosque es un medio diferente para
el artista pin tor, para el cazador, para los enamorados, para el prisio nero evadido. Este medio subjetivo y psicológico es loqueVonUexküllllamaumwelt,sea,“mundocircun dante”. El “alrededor” designa, evidentemente, una proximidad psicológica y no física. Los acontecimientos “físicamente” lejanos del Oriente Medio pueblan el umwelt del diplomático, mientras que lo que ocurre de bajo de su casa, en el quiosco del portero, no le interesa
en absoluto y no pertenece a su umwelt.
Así como el estímulo no es un hecho físico, la reacción del individuo viviente no es un resultado mecánico. El re flejo mismo es ya una síntesis, pues las vías
motrices son menos numerosas que las vías sensoriales (“el influjo sensitivo sigue una vía particular, el influjo motor sigue una vía pública”, decía Sherrington). Además, el reflejo elemental es un comportamiento excepcional, ora artificial (cuando se estudia un reflejo aislado en el laboratorio), ora patológico (una rana “espinal”, a la que se ha extir pado el cerebro, es un animal mutilado, no un ser vivo nor mal). Resulta, pues, paradójico explicar, por el simple re flejo, los comportamientos más complejos. En realidad, la reacción al estímulo es una síntesis creadora más que un automatismo ciego. El ser vivo reacciona como un todo
en función de sus necesidades: el escarabajo al que se le han quitado varias falanges consigue desplazarse casi normal mente. Si la teoría mecanicista fuese
cierta, sus movimien tos sólo deberían ser una suma desordenada de reflejos determinados por el contacto de los muñones con el suelo. En realidad, los movimientos del animal se adaptan bas tante bien. Más que una resultante mecánica, son una so lución al problema planteado por la mutilación. Todo com portamiento tiene un sentido y se adapta a las exigencias de la situación de una manera significativa. La evolución de las ideas sobre el comportamiento —en el curso del si glo XX— aparece claramente en dos ejemplos típicos: el

Durante mucho tiempo, se asimiló el instintoa laanimalidad, y la inteligencia, a la humanidad. La psicología de los animales quedaría reducida, pues, al estudio
de los reflejos y de los instintos (que son casi lo mismo: el reflejo es la respuesta inmediata a un estímulo externo; el instinto, la respuesta inmediata a un
estímulo interno). Henri Fabre consiguió analizar con éxito los instintos del icneumón, innatos, perfectos, finalizados, especializados, determinados, pero ignorantes de los fines a los que tienden. El neobehaviorismo ha hecho justicia a estos análisis clásicos. Actualmente se estudia la inteligencia de los animales igual que los instintos humanos: los psicólogos piensan, hoy día, que el comportamiento presenta siempre un orden, una forma, un sentido.
 
 
...del tropismo y el del reflejo condicionado. El “tropis mo” significa la orientación de los organismos bajo una influencia fisicoquímica exterior. Por ejemplo, las
mariposas atraídas por la luz manifiestan un fototropismo po sitivo. Loeb, hacia el año 1880, había dado una explicación estrictamente mecanicista a este
fenómeno. Según él, se trata de una orientación irrésistible y determinada auto máticamente por factores físico-químicos. El animal sería una máquina química
que se mueve y actúa por el juego de fuerzas exteriores. Pero actualmente se ha podido de mostrar que el tropismo no es una reacción puramente mecánica.
Una oruga de fototropismo positivo trepa por el árbol y se dirige hacia la luz, alimentándose de hojas. Pero, al llegar a la cima, volverá a bajar si todavía tiene hambre, invertirá su tropismo. El tropismo no tiene, pues, un carác ter irresistible, sino que está sometido a una regulación de conj unto.
Otro tanto podríamos decir del reflejo condicionado. Según Pavlov, el estímulo condicional (toque de cam pana) sustituye al estímulo natural (trozo de carne)
para provocar la reacción considerada (salivación). En realidad
— según las necesidades de adaptación y las necesidades globales del organismo en una situación—, sucede que el estímulo condicionado provoca reacciones completa mente distintas a las provocadas por el estímulo natural; un experimento de Warner somete a un ratón, encerrado en una jaula, a una descarga
eléctrica precedida de una luz verde. Naturalmente, la descarga hace saltar al animal. Muy pronto, el ratón reacciona a la luz verde sola (estímulo condicional).
Pero su reacción no es la misma. El ratón no salta, sino que trata de trepar por las rejas de la jaula. El comportamiento se presenta, una vez más, no como una reacción mecánica y ciega a unos estímulos, sino como un conjunto significativo, como un intento de solucionar un problema. El animal reacciona de manera
global y adap tada a una situación de conjunto, como mostró, por ejem plo, Goldstein, en su importante obra La estructura del organismo.
En este caso no se trata ya de un behaviorismo “mo lecular”, es decir, de una teoría que ve en el comporta miento una suma de pequeños elementos
determinados, susceptibles de ser descubiertos por el análisis, de una suma mecánica de reflejos independientes, sino de un “behaviorismo molar”
(del latín moles = masa, conjun to). El comportamiento aparece como un conjunto de reacciones, adaptado a una situación. A partir de enton ces, el
comportamiento se interpreta en función de las ideas gestaltistas. El detalle de cada reacción, lejos de ser el elemento que lo explica todo, está, por el
contrario, su bordinado a la adaptación global del ser vivo. Tal es la con cepción behaviorista moderna, la de Goldstein y la de Merleau-Ponty, autor de una
tesis sobre La estructura del comportamiento. El término “estructura” indica muy bien que, según este autor, el comportamiento no se rea liza —en un espíritu mecanicista— como una suma de re flejos provocados por estímulos distintos, sino que, por el contrario, el comportamiento presenta desde el primer momento
un orden, una “forma”, un sentido.
Los signos y las señales representan en la psicología actual un papel determinante. Se piensa que la relación entre el signo y el hombre es singularmente privilegiada: la relación entre el significante y el significado condicionan las tres cuartas partes de la vida de la mente.
 
 
 
La psicofisiología. Las emociones.La psicología de los animales fascínó siempre a los científicos: pero, así como, siguiendo a Descartes, muchos biólogos afirmabanperentoriamente que los animales no sienten na da, la psicología con temporánea nos de muestra, al contrario, que las ratas o los ra tones síenten la an gustia como los seres humanos. Según Descartes, había la misma diferencia entre un animal vivo y un animal muerto que la que hay entre el reloj que funciona y un reloj parado. Malebranche maltrataba a su perra; Spinoza torturaba a las moscas, ahogándolas en su tintero. Contra el mecanicismo cartesiano (“los animales máquinas”), La Fontaine fue el pri mero en sostener que los animales piensan.

11. acerca de Freud
Hacia 1849, Renán, deplorando el carácter abstracto y académico de la psicología de su época, deseaba que los especialistas no se limitasen siempre al estudio del “hombre adulto, razonable y civilizado”; proponía que se estudiase al hombre en sus diferentes grados de evolu ción: éste debería ser el objeto de una psicología del niño, del hombre primitivo, del enfermo mental.
Ribot debía ser —en Francia— el pionero de los estudios psicopatológicos. Ya en 1870, hizo hincapié, en la célebre introducción a su Psicología inglesa contemporánea, en el interés que tenían los estudios patológicos para una psi cología experimental. Decide recoger, por su parte —ya
- que él no es médico—, una abundante colección de datos en las obras de los psiquiatras. Y publica sucesivamente Las enfermedades de la memoria (1881), Las enfermeda des de la voluntad (1883) y Las enfermedades de la perso nalidad (1885).
Ribot insiste, en particular, en que el estudio de las en fermedades mentales puede ser considerado como el equivalente de una experimentación psicológica. La enfer medad representa el papel de la intervención experimen tal, pone al sujeto en nuevas condiciones que modifican su psiquismo y permiten al psicólogo un análisis eficaz. Bien se había visto en 1861, cuando el ilustre médico Broca había presentado a la Sociedad de Antropología el cerebro de un paciente suyo fallecido en el hospital de Bi cétre y que había perdido, hacía muchos años, el uso de la palabra (los internos de Broca le llamaban Pére Tan, por que sólo sabía decir “Tan, Tan”). La autopsia del ce rebro de este afásico (todavía puede verse este cerebro en un bote de alcohol, en el museo Dupuytren) reveló una le sión de la tercera circunvolución frontal izquierda, donde Broca localizó el centro del lenguaje articulado.
Esencialmente, según Ribot, las enfermedades mentales permiten comprender mejor la jerarquía de las funciones de la mente. Bajo la influencia de la filosofía evolucionista del filósofo inglés H. Spencer (1820-1903), que gozó de gran prestigio en su época, y, más exactamente, según los estudios clínicos del neurólogo inglés Jackson (1835- 1911), Ribot se vio impulsado a interpretar las enfermeda des mentales como procesos de “disolución”. Las fun ciones mentales se ven afectadas por la enfermedad en or den inverso a aquel en que las había constituido la evolu ción. Las funciones racionales, la fuerza de “selfcon trol” (autocontrol), la síntesis mental, son las atacadas en primer lugar. El sistema nervioso es la exacta infraestruc tura del sistema psíquico. Los centros superiores, las re giones de la corteza cerebral, responsables de las funcio nes mentales superiores y de los procesos de adaptación más complejos, rigen los centros inferiores, de los que de penden las funciones más automáticas. La enfermedad realiza una regresión que tiende a destruir los centros su periores más frágiles. Esta idea tiene, incluso en la actua lidad, una gran importancia, habiendo inspirado trabajos
modernísimos, como los de Henri Ey y los de Delay. Tam bién se pueden atribuir a Ribot los primeros estudios sis temáticos de la vida afectiva, cuya importancia recalca (mostrando, por ejemplo, que muchos razonamientos son seudorrazonamientos enteramente dirigidos por la pasión:
problema de la “lógica de los sentimientos”), así como ideas que prefiguran el freudismo sobre el papel de las -ten dencias inconscientes.
Pero, sobre todo, Ribot supo despertar grandes voca ciones. Al pedir a sus discípulos Pierre Janet y Georges Dumas que siguiesen estudios médicos, paralelamente a su preparación para el título de filosofía, Ribot se sitúa en el origen de una estirpe psicológica de filósofos médicos, que constituye uno de los aspectos originales de la escuela francesa. Dumas se dedica al estudio de las emociones y a la dirección de una obra colectiva de psicología que gozó dé gran predicamento entre las dos guerras. Janet pro pone un análisis de las conductas jerarquizadas según el grado de “tensión psicológica”, desde las conductas de alta adaptación social hasta el campo del “automa tismo psicológico” (título de su tesis universitaria de
1889).
Los progresos de la psicopatología aparecen, pues, en la encrucijada de los trabajos de filósofos atraídos por la me dicina mental y de médicos que, partiendo de sus propias ocupaciones profesionales, se vieron inducidos a elaborar una concepción del hombre. Entre estos últimos, el más importante — destinado a revolucionar completamente la psicología— fue el psiquiatra judío austríaco Sigmund Freud.
Las primeras fuentes de la iniciativa freudiana hay que buscarlas en los trabajos de ciertos médicos franceses. En efecto: a finales del siglo XIX, dos escuelas psiquiátri cas y una enfermedad mental están muy de moda en Fran cia. Las dos escuelas son: la de la Salpetriére, en París, donde enseña Charcot, y la de Nancy, cuyo maestro es Bernheim. La enfermedad mental del día es el histerismo. El histerismo se manifiesta a través de los trastornos más diversos: convulsiones, contracciones, parálisis, etc. Estos trastornos tienen un carácter muy curioso: no parecen ir acompañados de lesión orgánica alguna. Por ejemplo, la parálisis histérica no viene determinada por ninguna lesión de los centros motores. La lesión de los centros motores se traduce siempre en una modificación de los reflejos; por ejemplo, en un individuo que presente lesiones de las zo nas motrices, la excitación de la planta de los pies deter mina una extensión refleja de los dedos, mientras que, en un individuo normal, provoca su flexión. Es el síndrome de Babinski. Ahora bien, en la parálisis histérica, los reflejos no se modifican. El propio Babinski sacó, prematuramen te, la conclusión de que los histéricos eran simuladores.
Charcot atribuía los trastornos histéricos a un proceso de autosugestión. De la misma manera que la risa y los bostezos son contagiosos para una persona normal, que
los imita de manera natural, dejándose “sugestionar’, así ciertos síntomas histéricos pueden tener por origen ideas inconscientes que se encarnan en manifestacio nes morbosas. Lo que condujo a Charcot y a Bernheim a sostener esta hipótesis fue, precisamente, la posibilidad que descubrieron de curar los fenómenos histéricos por sugestión. Charcot y Bernheim hipnotizaban a sus enfer mos, es decir, los dormían por simple sugestión (el sujeto era invitado a no pensar en nada, a fijar la vista en un punto del horizonte, y se dormía al serle ordenado). El sujeto dor mido, hipnotizado, se hace susceptible a otras sugestiones y puede, en cierto modo, curarse por persuasión, si el mé dico ejerce una autoridad suficientemente poderosa sobre él. Charcot y Bernheim obtenían resultados espectacula res, pero, con frecuencia, poco duraderos; los síntomas reaparecían después bajo otra forma. Sigmund Freud (1856-1939) había estudiado en Viena. Doctor en medi cina en 1881, profesor privado de neuropatología en 1885, marcha a París e ingresa en el servicio de Charcot. En 1889, estando al servicio de Bernheim en Nancy, profun diza y perfecciona sus conocimientos sobre las posibilida des y los límites de la sugestión hipnótica. En 1895, pu blica sus conclusiones en una obra compuesta en colabo ración con su colega Breuer: Estudios sobre el histerismo. Este trabajo está influido por las ideas que imperaban en París y en Nancy, pero su punto de partida está en una observación clínica anterior a la estancia de Freud en Francia.
En 1882, Freud y Breuer habían cuidado a una joven de veintiún años que presentaba graves trastornos histéricos desde la muerte de su padre: perturbaciones de la motili dad ocular y de la visión (sin ninguna lesión orgánica), im posibilidad de beber de un vaso. Breuer había hipnotizado a la muchacha y obtenido de ella, en estado hipnótico, in teresantes revelaciones. Por ejemplo, refirió una escena con su padre, durante la cual había sentido ganas de llo rar, pero había contenido las lágrimas para no impresio narle, contrayendo dolorosamente los párpados. Declaró también que no se atrevía a beber, desde que había visto al perrito de su aya inglesa bebiendo en un vaso. Después, al despertar de su estado hipnótico, se dio cuenta de que ya no le dolían los ojos. Y, a continuación, bebió sin difi cultad un vaso de agua que le ofrecieron. Al descubrir en estado hipnótico el origen psicológico de los síntomas, se había librado de éstos. En suma: cuando un recuerdo ob sesionante y traumatizante es descubierto, cuando el in consciente se vuelve consciente, el estado mental mejora. Freud y Breuer habían descubierto un método de puri ficación del inconsciente al que llamaron método “catár tico ‘ ‘ -
El método psicoanalítico propiamente dicho no es más que un perfeccionamiento del método catártico. Su ob jeto es exactamente el mismo: transformar un estado inconsciente en estado consciente, para curar una neu rosis. Pero el método psicoanalítico sustituye la técnica brutal del hipnotismo por otros procedimientos encami nados a que el enfermo descubra por sí mismo, sin estar dormido; los recuerdos y las preocupaciones que le obsesionan inconscientemente. El tratamiento psicoanalítico es largo y costoso: tres sesiones semanales durante varios meses. El enfermo es invitado a tenderse en un diván y hablar libremente. Tiene que aplicar la regla de no- omisión, que consiste en no ocultar ninguna de las ideas que se le ocurren (de manera que el recuerdo incons ciente traumatizante pueda volver a la conciencia clara, cuando el sujeto se deja invadir sin control por sus aso ciaciones espontáneas de ideas). Sin embargo, la reapari ción del traumatismo original oculto resulta muy difí cil. Los bruscos silencios del sujeto, los frecuentes re trasos en acudir a las sesiones, las palabras desagradables dirigidas al psicoanalista, constituyen lo que se llama “resistencias”. Todo ocurre como si el enfermo resis tiese su propio esfuerzo por descubrir los temas psicoló gicos inconscientes. Esta resistencia manifiesta la fuerza del llamado “refoulement” (represión inconsciente). En el origen del trastorno mental, de la neurosis, Freud ve siempre un traumatismo o un deseo que ha sido “re primido”, es decir, expulsado de la conciencia clara, ge neralmente porque la conciencia juzgaba vergonzoso este deseo. Con frecuencia, se trata de un deseo o de un recuerdo de orden sexual (por ejemplo, el enfermo es hostigado por lo que Freud llama la “escena primitiva”, es decir, el descubrimiento, en el curso de la remota in fancia, de una relación sexual entre los padres) -
¿Qué hará el psicoanalista para hacer resurgir, en la con ciencia de su paciente, el tema obsesionante reprimido? Una de las técnicas más fecundas es el análisis del sueño, calificado de “camino real para la exploración del in consciente”. En efecto: durante el sueño nocturno, el control de la “censura social” está muy debilitado. Y el sueño manifiesta una especie de afición alucinante por los deseos reprimidos en estado de vigilia. Sin embargo, las imágenes del sueño no son inmediatamente claras. Pues la censura (constituida por el respeto al decoro, a las ideas morales), que reprime en estado de vigilia los deseos escabrosos, prohibidos, no está totalmente supri mida. Los deseos prohibidos se satisfacen en el sueño, pero de una manera todavía indirecta, velada, simbólica. El sueño requiere, pues, una interpretación. Bajo las imágenes manifiestas, patentes, del sueño, el psicoana lista debe descubrir las significaciones ocultas, latentes. Veamos un ejemplo tomado del psicoanalista americano Frinck y citado con frecuencia: una enferma explica que ha soñado que compraba, en unos grandes almacenes, un sombrero negro magnífico y muy caro. El análisis reve lará, más tarde, que el marido de la paciente es viejo y está enfermo, y que ella está enamorada de un hombre rico y guapo. Los deseos inconscientes y culpables del sujeto se movilizan, son “dramatizados” de una manera simbólica. El bello sombrero significa la necesidad de en galanarse para seducir al hombre amado; el precio caro del sombrero revela el deseo de riqueza; en fin, es un sombrero negro, de luto, lo cual significa, discretamente, el afán de librarse de un marido molesto. La imagen del sombrero aparece aquí superdeterminada: una imagen única expresa un montón de significaciones.
 
 
 
Sigmund Freudha sido tal vez el más grande psicólogo del siglo xx;para muchas personas ha si do, inc/uso, el más importante creador de todos los tiempos. El psicoanálisis no es solamente una teoría más: es una terapéu tica, una técnica encaminada a aportar a los hombres un mejor desarrollo de su pers La violencia de las reacciones desatadas por Freud está a la al tura de sus descubrimientos.’ se le odia o se le adora,’ no deja a nadie indiferente. William Ja mes había dicho.’ “el inconscien te es el descubrimiecto más grande del siglo XIX ‘ Freud había de explotar, de la mejor manera, este descubrimiento capitaL

 

Hay que observar que el paciente no se persuade forzosamente de la verdad de la explicación ofrecida por el psicoanalista; digamos, de pasada, que la convicción inte lectual tampoco bastaría para provocar “el cese de la re presión” y la curación. Es preciso que el enfermo des cubra real y concretamente, viva de nuevo, los temas traumatizantes que hostigan su inconsciente. Esto es po sible gracias a un proceso llamado “transferencia”. En el curso de las sesiones analíticas, el paciente revivirá sim bólicamente, frente al médico, antiguas actitudes, primi tivamente vividas frente a personas que representaron un papel importante en su historia. Así, el paciente cuya ex cesiva timidez se explica por la persistencia de una ac titud infantil de rencor, de miedo y de culpabilidad, frente a su padre, reproducirá esta antigua actitud con su comportamiento frente al psicoanalista. Según Freud, esta “transferencia” es indispensable para la curación, precisamente porque reactiva los antiguos trastornos y permite, al fin, encontrar en la conciencia clara todas las preocupaciones penosas que habían sido anteriormente reprimidas.
El psicoanálisis es, indiscutiblemente, el aconteci miento más importante de la historia de las ideas en el si glo XX. Marcó con huella indeleble la psicología contem poránea, modificó nuestras ideas sobre la vida, sobre la educación, sobre la moral. Tratemos de expc los ras gos principales de esta revolución esencial.
Ante todo, Freud nos acostumbró a contemplar los he chos psíquicos desde un ángulo de conflicto. En sus pri meros trabajos, opone de manera bastante simple la con ciencia y el inconsciente reprimido. Más tarde (1923), ela bora una teoría más completa. Lo que se reprime —así como lo reprimido— pertenece al inconsciente. Freud se representa entonces el psiquismo como una casa de tres pisos. El de en medio es el yo consciente, sometido a pre siones contrarias. Desde abajo, llega la pulsión de los ins tintos, que tratan de traducir sus exigencias al nivel de la conciencia clara. Desde arriba, viene la presión de las “prohibiciones”, que tratan de reprimir los instintos y cuyo conjunto constituye lo que Freud llama superyó. El supervó es responsable del trastorno mental, de la “neurosis”. No sólo prohíbe la satisfacción de los instin tos, sino que los reprime, es decir, los expulsa de la con ciencia clara. El instinto reprimido “se venga” y reapare ce en forma simbólica, a través de trastornos psíquicos di versos. Esto es lo que constituye un “complejo”, es decir, un conjunto de tendencias reprimidas, que perturban el equilibrio del sujeto.
Si curarse es librarse del supervó, ¿no se presenta el psicoanálisis como la manumisión de toda conciencia moral, como una invitación a satisfacer todos los capri chos del instinto (principalmente el sexual), al margen d& formas y ‘convenciones” consideradas burguesas, a fin de ahorrarse los tormentos de la represión inconsciente?
Adoptando — o fingiendo adoptar — esta interpretación, ciertos críticos se asombraron de que una inmoralidad tan subversiva fuese predicada por Freud, marido irre prochable, padre de seis hijos y trabajador encarnizado. En realidad, el psicoanálisis no declara la guerra al super yó y, mucho menos, a la conciencia moral. El superyó no tiene su origen en una conciencia reflexiva, sino que es inconsciente e instintivo. Nace del instinto de seguridad, de la necesidad de ser protegido y amado. El niño aprende de su madre que ciertos actos son “malos”, y, para con servar el amor de su madre, acepta someterse a las prohi biciones, las “interioriza” y, de este modo, se fabrica un superyó. La conciencia moral adulta, madura, auténti ca —que no es más que una forma de razón—, no puede reducirse válidamente al superyó. Quien tuviese su superyó por toda conciencia moral, sería un ser pueril fijado en las prohibiciones de la infancia, incapaz de con-

La liberación de la sexualidad, verdadero “pastel de crema” de nuestra civilización de consumo, el lazo entre el erotismo y la publicidad, el reconocimiento de una libertad que busca el placer, son algunos de los temas citados con más frecuencia como consecuencia de la teorla psicoanalítica. Estos conceptos se apoyan en una aproximación muy falsa y muy simple. El principio del placer es uno de los grandes descubrimientos del freudismo,’ pero no se puede atribuir a Freud toda la psicosociología de nuestro tiempo. La principal aportación del psicoanálisis es un método muy seguro para desintoxicar al hombre.

 

seguir la autonomía moral. Los psicoanalistas no negaron jamás la necesidad de controlar y dominar las fuerzas del instinto. Lo peligroso no es el instinto dominado, sino el instinto reprimido, es decir, que escapa precisamente al control de la conciencia clara. El psicoanálisis es todo lo contrario de una invitación al libertinaje contra el equili brio. Quiere promover una conciencia clara contra la repre sión, remplazar el desprecio inconsciente de los instintos por su dominio lúcido.
El psicoanálisis introdujo, por otra parte, la noción de causalidad psíquica inconsciente. El propio Freud parece profesar una concepción energética del psiquismo (los instintos y el superyó son fuerzas en conflicto), y algunos le reprocharon un “realismo” excesivo, que asimila inde bidamente los conceptos de represión, de superyó y de instintos, a “cosas”. Lo que tiene el psicoanálisis de real mente fecundo es más bien, como dice magníficamente el doctor Lacan, el descubrimiento de un “lenguaje” para expresar las manifestaciones aparentemente absurdas, in sensatas, de los síntomas neuróticos. El psicoanalista es un intérprete que descubre la significación de los sínto mas. Una joven anoréxica (inapetente) hace inconscien temente huelga del hambre para protestar contra tal o cual actitud de sus padres respecto a ella (en su concien cia clara, quiere seguir siendo una hija dócil). Otro enfer mo no puede soportar el color rojo, la carrera militar, etc., porque, en su infancia, causó involuntariamente una herida sangrienta a su hermano, y reprimió este recuerdo traumatizante. Dora, una paciente de Freud, presenta pe ríodos de afonía intermitente, y el psicoanalista descubre que estos períodos corresponden a las ausencias de un hombre del que está enamorada (el síntoma significa: si el ser amado no está aquí, no necesito hablar con nadie; este proceso es inconsciente, porque Dora, en su con ciencia clara, considera culpable este amor). Los sínto mas aparentemente absurdos, los actos insensatos, ño tie nen una explicación mecánica (por ejemplo, un trastorno fisiológico del cerebro), sino que hay que descubrir su sig nificación. Como escribe Foucault, “la insensatez no es más que un ardid del sentido, una manera que tiene el sen tido de manifestarse”. El psicoanálisis sustituye la explicación materialista, tan del agrado entre los primeros psico patólogos del siglo XIX, por una comprensión puramente psicológica fundada en la noción de significación. Prolon gando el psicoanálisis, la medicina psicosomática explica incluso ciertos trastornos orgánicos reales (como el asma o la úlcera de estómago) partiendo de una causalidad psí quica significativa. Así, muestra que el enfermo trata de librarse de una angustia o de un sentimiento de culpabili dad haciendo, en cierto modo, que los exprese su cuerpo (por ejemplo, en forma de crisis asmática o de una úlcera gástrica). La represión aparece entonces como el paso de un lenguaje a otro. El lenguaje claro del recuerdo o del deseo conscientes se ha convertido en el lenguaje her mético de los síntomas (que sólo aparecerá claro para el psicoanalista).
En fin, el psicoanálisis nos explicó que los sucesos de la infancia tienen una importancia decisiva en la formación de la personalidad adulta. Los traumatismos psíquicos’.de la infancia, las primeras relaciones del niño con sus pa dres, son datos esenciales que hay que descubrir, sacar del inconsciente, para comprender ciertos trastornos ac tuales. Por ejemplo, el equilibrio sexual del adulto depen de esencialmente de la manera en que se desarrollaron las etapas de formación de la “libido”. La libido (sensuali dad, más que sexualidad) es ante todo bucal (el mayor placer del niño de pecho es mamar) y después, sádico- anal (el niño de tres años se complace en las funciones de excreción y siente un placer sádico en desgarrar, en des truir). Sólo más tarde aparece la sexualidad propiamente genital. Por otra parte, según Freud, la historia de Edipo, condenado por un destino cruel a casarse con su madre y a matar a su padre, es un poco la historia de cada uno de nosotros. El niño pequeño se identifica con el padre del mismo sexo y se forj a un afecto exclusivo (fijación) por el padre del sexo contrario. Por ejemplo, el niño pequeño varón se identifica con su padre, al que trata de imitar y pronto de suplantar, pero se “fija” en la madre y puede sentirse celoso de su padre y agresivo a su respecto: es lo que Freud llama complejo de Edipo. Los trastornos de la sexualidad corresponden a una falta de madurez, a un “retraso afectivo” que retiene al paciente en una fase de la “libido” que hubiera debido superar. En términos gene rales, las perversiones sexuales pueden explicarse en gran parte por el contexto familiar del enfermo durante la in fancia. Así, por ejemplo, el homosexual suele presentarse hoy, más que como afectado por trastornos glandulares, como víctima de una madre abusiva, afeminadora, “cas tradora”.
Sin embargo, algunos discípulos de Freud se separaron del maestro. Adler, quince años más joven que Freud, in siste menos que éste en la sexualidad y mucho más en la necesidad de afirmarse, de dominar: lo que Nietzsche lla maba voluntad de poder. La clave de las neurosis no está, de ordinario, en una dificultad sexual, sino en un senti miento de inferioridad, particularmente de inferioridad física. Los síntomas neuróticos son una manera simbólica de compensar esta inferioridad. Adler explica por el com plejo de inferioridad y por la “compensación” todo lo que

13. estructuralismo y psicología

 

Como acabamos de ver, la fenomenología dio una vida nueva a la psicología reflexiva y humanista, ya que se es forzó en describir las “intencionalidades” de una con ciencia en situación; rehabiitó en cierto modo, contra las simplezas cientificistas del behaviorismo mecanicista, el sujeto pensante tan caro a los filósofos, el “cogito” de Descartes, el “sujeto trascendental” de Kant.
Pero un movimiento absolutamente contrario se ha ve nido dibujando y precisando desde hace algunos años en la cultura contemporánea. Se trata del estructuralismo. La orientación que da esta nueva filosofía a las ciencias hu manas es claramente anti-humanista. Aquí, no se trata ya de distinguir y de oponer la comprensión del hombre y la explicación de la naturaleza, sino, por el contrario, de ne gar la autonomía del sujeto humano (en este sentido, se habla de la “muerte del hombre”) y de concebir todas las ciencias humaiias según el modelo de la ciencia más “exacta”, más rigurosa, es decir, de la lógica simbólica moderna.
En realidad, el verdadero padre del estructuralismo fue el lingüista Ferdinand de Saussure, que enseñó en Ginebra y murió en 1913, Su Curso de Lingüística General, publica do por primera vez en 1916 por sus alumnos, es, pues, como observarán tal vez sorprendidos nuestros lectores, una obra bastante antigua. Pero, de momento, Saussure pasó inadvertido, y sólo eh nuestros días ha conquistado un público importante. Lo cierto es que, para comprender bien a los pensadores estructuralistas de hoy, el etnólogo Lévi-Strauss y su Antropología estructural, el psicoanalis ta Lacan y otros filósofos llamados —por razones más o menos justificadas— “estructuralistas” (el filósofo mar xista Louis Althusser, Michel Foucault, autor de Las pala bras y las Cosas), hay que empezar por iniciarse en la teoría saussuriana del lenguaje. Cierto que la palabra “estruc tura” no aparece con su sentido actual, en los debates de los lingüistas, hasta el Primer Congreso Internacional de La Haya, en 1928. Pero Ferdinand de Saussure, en su Cur so de Lingüística General, emplea la palabra “sistema” en el sentido de estructura y dice que toda lengua debe ser considerada como un sistema: combinación de signos, la lengua es idéntica a un sistema formal. Trataremos de destacar, lo más sencillamente posible, las ideas funda mentales del pensamiento saussuriano.
a. Se puede partir de la distinción que hace Ferdinand de Saussure entre el habla y la lengua. El habla es lo que el lenguaje tiene de variable, de individual; la lengua es lo que tiene de estructural y social. Mi habla es, por ejemplo, una actualización personal de la lengua española, o, si se pre fiere, la lengua es el código que empleo para transmitir tal o cual mensaje personal. Es esencial comprender que, para Saussure, la lengua es lo esencial, y el habla, lo transitorio. Como dice Meillet, discípulo de Saussure, “una lengua existe independientemente de cada uno de los individuos.
que la hablan, y, aunque no tenga ninguna realidad fuera de la suma de estos individuos, es, sin embargo, por su ge neralidad, exterior a cada uno de ellos”, Lalengua se presta, pues, mucho más que el habla, a un estudio cientí fico. Los “fonemas” distintos, los sonidos realmente significativos en cada lengua, sonindependientes de los acentos locales, de las particularidades psico’fisiológicas de los locutores individuales (timbre de voz, intensidad acústica, etc.). La ciencia lingüística es una ciencia de la lengua, es decir, del sistema de elementos que caracteriza cada lengua existente, sistema cuyas leyes inconscientestrascienden el habla de los hablantes individuales.

b. Evoquemos brevemente la teoría saussuriana del signo: “El signo lingüístico une un concepto y una ima gen acústica. Proponemos que se conserve la palabra sig no para designar el total, y que se sustituya concepto e imagen, respectivamente, por significado y significante.” El significante es, pues, según Saussure, la imagen acústi ca, el sonido que remite a una idea, a un significado. Saus sure enseña expresamente que la naturaleza del signo (es decir, la relación entre significado y significante) es arbi ti-aria. Entre el significante y el significado no hay relación intrínseca, natural. No hay un lazo interno entre el signifi cado —por ejemplo, sor— y la cadena fónica que los repre senta (5 + O + R). “La idea de sor (hermana) no está li gada por ninguna relación interior con la serie de sonidos que le sirven de significante.” Para comprenderlo basta, sencillamente, pensar que la misma idea es expresada por sonidos muy diferentes en las distintas lenguas.
c. La ling-uística saussuriana pretende ser una lingüísti ca sincrónica. ¿Qué quiere decir esto? “Es sincrónico todo lo que se refiere al estado estático de nuestra lengua; diacrónico, todo lo que se refiere a las evoluciones.” Saussure añade: “La lingüística sincrónica se ocupa de las relaciones lógicas que ligan los términos coexistentes formando sistemas tales que son percibidos por la misma conciencia colectiva. La lingüística diacrónica estudia, por el contrario, las relaciones que ligan términos sucesivos no percibidos por una misma conciencia colectiva y que se sustituyen unas a otras sin formar sistema entre ellas.” Por ejemplo, en anglosajón antiguo, y en determinada época, el plural se forma por la adición de la desinencia “i”: fót, el pie, plural fóti; gós, oca, plural gósi. He aquí un hecho de lingüística sincrónica, puesto que concierne a un sistema. Después, intervienen cambios fonéticos: fóti se convierte en féti; después, se pierde la i final, y fot tiene como plural, fét. Se constituye un nuevo sistema sincróni co con plurales en ét. El hecho diacrónico, es decir, la alte ración que se produce en cierto momento, no pertenece a ningún sistema, se refiere solamente a un punto, aunque después repercuta la alteración en el sistema: “Los he chos diacrónicos son irreductibles al sistema sincrónico al que condicionan”, exactamente como, en una partida de ajedrez, “el desplazamiento de una pieza es un hecho absolutamente distinto del equilibrio precedente y del equilibrio subsiguiente”. En una época en que los demás lingüistas se preocupaban sobre todo de diacronía, es de cir, de la evolución de las lenguas, Saussure adopta el pun to de vista sincrónico, es decir, el punto de vista según el cual se mostrará que tal lengua, en tal momento de la his toria, está construida como un sistema que obedece a le yes estructurales precisas.
d. Después de estas indicaciones preliminares, pode mos ahora aclarar el tema esencial del estructuralismo saussuriano. Hemos dicho que, según Saussure, el signo lingüístico era fundamentalmente arbitrario. En estas con diciones, se comprende que la lengua sea un sistema, es decir, que sus elementos no tengan valor positivo, toma dos individualmente, considerados aisladamente en ellos mismos. Los elementos sólo sirven por el sistema, por las relaciones que los unen. Como dice Ferdinand de Saus sure, “en la lengua, no hay más que diferencias”. To mad, en lengua española, la palabra capitán. Considerada aisladamente, no tiene ningún sentido. Sólo “vale” por las diferencias que la distinguen de la del grado inferior, te niente, o de la del grado superior, comandante. Lo que de cimos aquí de las palabras, unidades significantes que son “la primera articulación del lenguaje” (Martinet), pode mos decirlo también de las unidades lingüísticas menores, es decir, de los “fonemas”, sonidos distintivos que constituyen, en toda lengua hablada, la “segunda arti culación del lenguaje”. La palabra “caso” contiene cuatro fonemas (c) (a) (s) (o). Nosotros identificamos cada fonema y, por ejemplo, el fonema (c), no sólo, ni siquiera fundamentalmente, por su parecido con las otras (c), sino sobre todo porque lo distinguimos, al oírlo, de los otros elementos del sistema fonemático español, lo cual nos permite diferenciar inmediatamente las palabras caso, paso, vaso, por la única diferencia del fonema inicial. Todo el mundo comprende que no tiene el mismo sentido decir “le hace caso” que “le hace paso”. ¡Un pequeño fonema insignificante basta para cambiar todo el sentido! Diremos, pues, que la diferencia entre el fonema (c) y el fonema (p) es pertinente. (Puede haber entre los sonidos diferencias no pertinentes; tal es, por ejemplo, la diferencia que existe entre pronunciar gallo (con 11) y gayo (con y
—yeísmo—), diferencia que no tiene valor diferencial per tinente. Recordemos, en todo caso, que toda lengua es en definitiva un sistema de elementos, cada uno de los cuales sólo se define por el conjunto de las relaciones que sostie ne con los otros elementos y por las oposiciones en que in terviene. Toda lengua es un sistema formal caracterizado por las relaciones, las diferencias y las oposiciones entre elementos. Claude Lévi-Strauss, en el curso de los últimos veinte años, revolucionó, en varias obras célebres (Les structures élémentaires de la parenté, 1949; La pensée sauvage, 1962; Le cru et le cuit, 1964; Du miel aux cen dres, 1968), el tipo de la explicación en las ciencias huma nas, introduciendo el modelo de explicación científica propio de la lingüística estructural. La estructura del lenguaje es una llave que abre todas las cerraduras. Lévi-Strauss, que estudió particularmente las instituciones de las socie dades primitivas, trata de desprender de ellas, bajo los contenidos concretos, un sistema formal de diferencias y de oposiciones análogas a los que estudian los lingüistas. Toda sociedad es un sistema de intercambios, y se puede buscar la estructura formal de este sistema, sea cual fuere la naturaleza de las cosas intercambiadas (ya se trate de bienes de consumo, de mitos y de palabras, o incluso de mujeres). Lévi-Strauss declaró, por ejemplo, que la prohi bición del incesto se explicaba por la necesidad de un in tercambio: “Te doy mi hermana y me casaré con la tuya.” La prohibición del incesto es precisamente lo que permite el intercambio, el sistema sociológico de las alian zas en sustitución del sistema biológico de las relaciones consanguíneas: “La exogamia’ y el lenguaje tienen la misma función fundamental: la comunicación con otros.” El sistema de las relaciones sociales es un sistema de oposiciones y de diferencias que se deben descifrar según las reglas de una lógica binaria. Lévi-Strauss insiste sobre “la aptitud, por parte del hombre, de pensar las relaciones biológicas bajo la forma de un sistema de oposi ción: oposición entre los hombres propietarios y las muj e- res apropiadas; oposición, dentro de estas últimas, entre las esposas, mujeres adquiridas, y las hermanas o las hijas, mujeres cedidas; oposición entre dos tipos de lazos, los lazos de alianza y los lazos de parentesco”.
Se observa, a este respecto, que, según Lévi-Strauss, la prohibición del incesto no obedece a motivos biológicos, sino a motivos sociales. En efecto: los lazos de parentesco equivalentes desde el punto de vista biológico son tenidos por diferentes, e incluso por simétricamente opuestos, desde el punto de vista social. En muchas sociedades pri mitivas, el joven no tiene derecho a casarse con la hija de una hermana de su madre, pero, en cambio, se le reco mienda expresamente que se case con la hij a de una her mana de su padre; una muchacha no tiene derecho a ca sarse con el hijo de una hermana de su madre (o de un her mano de su padre), pero debe hacerlo con el hijo de un hermano de su madre (o con el hijo de una hermana de su padre). El matrimonio entre “primos paralelos” está prohibido; por el contrario, se recomienda entre “pri mos cruzados”, porque estos pertenecen en cierto modo a dos grupos sociales distintos y simétricos, entre los que es normal el intercambio. Como los “fonemas” de una lengua, los elementos de parentesco sólo adquieren sig nificación a condición de integrarse en un sistema de dife rencias y de oposiciones.
En el estudio profundo de los mitos a que se dedicó Claude Lévi.Strauss encontramos también esta búsqueda constante de un sustrato formal, de relaciones lógicas ocultas. Ya no se trata de apelar a la afectividad para ex plicar los mitos. Estamos lejos de Bergson, que explicaba la “función fabuladora” por la necesidad “vital” de compensar la angustia del hombre (por ejemplo, los mitos de la inmortalidad tienen por función compensar el miedo a la muerte). Para Lévi-Strauss, es paradójico hacer inter venir la afectividád (es decir, precisamente lo irracional) como principio de explicación: “Lo que es rebelde a la ex plicación no es adecuado, por este hecho, para servir de explicación.” En los mitos, como en otras cosas, trata Lévi Strauss de descubrir un sistema de relaciones. El mito de Edipo, por ejemplo, debe ser analizado en relaciones que se oponen entre sí. Lévi-Strauss propone “agrupar en columnas de paquetes relaciones que tienen, todas ellas, rasgos comunes”. Por ejemplo, una primera columna agrupa los rasgos en que se supervaloran las relaciones consanguíneas (Edipo se casa con su madre, Yocasta; An tígona rinde honras fúnebres a su hermano indigno); una segunda columna contiene los casos de relaciones consan guíneas subvaloradas (Edipo mata a su padre, Laos; Etéo eles mata a su hermano). Una tercera columna retiene los rasgos que muestran al hombre vencedor de monstruos ctónicos, de monstruos que simbolizan la tierra-madre (Cadmos, vencedor del dragón; Edipo, vencedor de la Es finge); una cuarta columna contiene los achaques que muestran que el hombre está sometido a las fuerzas ctóni cas (Labdacos, padre de Laos, es cojo; Laos, padre de Edi po, es zurdo; Edipo tiene los pies hinchados). La oposición entre los hechos de la columna 1 y los de la columna 2 la encontramos de nuevo entre los de la columna 3 y los de la 4. El mito traduce, a su manera, las aporías lógicas del mismo y del otro. ¿Nace el mismo del mismo, o nace del otro?
Según Lévi-Strauss, el trabajo del investigador de antro pología consiste en elaborar, cuando hace inventario de todos los hechos en el campo que estudia (por ejemplo, un sistema de parentesco, o un mito con todas sus varian tes), un sistema educativo, un modelo que le permita dar cuenta de la estructura lógica, subyacente en las instituciones.
¡Cuán lejos estamos, aquí, de la fenomenología! En Tristes trópicos, ensayo de autobiografía intelectual, Lévi Strauss escribe en 1955: “La fenomenología me choca ba, en la medida en que postula una continuidad entre lo vivido y lo real.” En el estructuralismo de Lévi-Strauss, el sentido vivido de las instituciones se pone siempre aparte:
se trata de fundar una sintaxis, más que una semántica.
El estructuralismo de Lévi-Strauss aparece como un re torno al racionalismo, o mejor, según dice él mismo, como la promoción de un nuevo racionalismo, de un “super racionalismo”. Cierto que los maestros que enseñaban en la Sorbona en los años 1920-1930 eran, a su manera, racio nalistas (Lalande, Brunschvig, Lévy-Bruhl). Sólo que iden tificaban el campo de lo racional con el de lo razonable. La mentalidad infantil, primitiva o morbosa, escapaba de hecho a lo racional. Estos filósofos oponían razón y pasión, intelectualidad y afectividad, lógica y “prelógica”. Sobre todo Lucien Lévy-Bruhl (1857-1939), en sus obras sobre la “mentalidad primitiva” (cuyas conclusiones matizará, sin embargo, al final de su vida, véase Carnets de Lucien Lévy-Bruhl), oponía radicalmente la mentalidad ra cionalista de los pueblos desarrollados a la mentalidad “primitiva”, a la que llamaba prelógica, porque los pueblos primitivos, dados a los ritos mágicos, le parecían insensibles a la contradicción lógica, inaccesible al espíritu experimental y científico. El punto de vista de Claude Lévi-Strauss es absolutamente contrario al de Lévy-Bruhl. La presencia de un orden lógico oculto en las instituciones de las sociedades más “primitivas” demuestra que la mente humana, en todos los lugares y en todas las épocas, funciona de la misma manera. ¿No es curioso que el inves tigador tenga que apelar a veces a los recursos de las ma temáticas modernas, de la lógica actual, para construir un modelo capaz de destacar la estructura de un sistema de parentesco en una población arcaica? La mentalidad pri mitiva, “prelógica”, no existe. Todas las instituciones, todas las lenguas, se fundan en una lógica estructural, común a todas las mentes humanas. Principalmente, todas las lenguas de casi todos los pueblos (incluso de los llama dos primitivos) son combinaciones de signos igualmente complejas.

 
 
El célebre cuadro Las Meninas, de Velázquez, fue objeto de un análisis muy notable por parte de Michel Foucault, en Las palabras y las cosas. “A todos los que no quieren pensar sin pensar inmediatamente que es el hombre quien piensa, sólo se les puede oponer una risa filosófica.”
 
 
 
Naturalmente, estas estructuras son fabricadas por el pensamiento inconsciente del hombre, y la ciencia tiene que realizar un ímprobo trabajo de elaboración —más allá de lo consciente y de lo vivido— para descubrirlas. Estas estructuras son infraestructuras. Sabemos que, para Marx y para Freud, “maestros de la sospecha” (Ricoeur) que influyeron profundamente en los comienzos de Lévi Strauss, los conflictos entre las clases sociales (Marx) y los conflictos afectivos de los individuos (Freud) se ocultan detrás de los seudomotivos y las racionalizaciones enga ñosas de la conciencia clara. Pero el inconsciente de que habla Lévi-Strauss es diferente. Se trata de la elaboración inconsciente, por la mente humana, de sistemas lógicos. Como dice acertadamente Ricoeur, “este inconsciente no es el inconsciente freudiano de la pulsión, del deseo; es un inconsciente kantiano más que freudiano, un incons ciente categórico, combinatorio”. Y hay que añadir tam bién que la racionalidad de las estructuras, subyacentes a las instituciones, no es obra de un sujeto trascendental. El intelectualismo de Lévi-Strauss es una “clase de in telectualismo fundamentalmente antirreflexivo, antiidea lista, antifenomenológico”. Y, si el estructuralismo puede asimilar superficialmente con la “hermenéutica” porque, como toda hermenéutica, tiende a descubrir un sentido oculto bajo el sentido aparente, no es menos cierto que la estructura es algo completamente distinto del sen ti- do. El sentido tiene un valor humano; es una palabra tal vez disimulada, pero que finalmente se dirige a mí, en el lenguaje de mis valores. La “estructura” es un orden lógico, un sistema formal, en cierto modo inhumano. Ex plicar el hombre por “estructuras” es, a fin de cuentas, disolver lo humano en lo inhumano. En el fondo, aunque Lévi-Strauss insistió mucho, al principio de su carrera, en la oposición entre la naturaleza y la cultura, la distinción entre la naturaleza material y la mente humana tiende aquí a borrarse. En definitiva, las matemáticas y la lógica dan también cuenta, en la ciencia moderna, de la estructura de las cosas: “Como la mente es también una cosa, el fun cionamiento de esta cosa nos instruye sobre la naturaleza de las cosas. Incluso la reflexión pura se resume en una in teriorización del cosmos. Bajo una forma simbólica, ilustra la estructura de lo de fuera.”
Tal vez el primer modelo de la reflexión levi-straussiana fue — antes que el marxismo, el psicoanálisis y la lingüís tica— la ciencia geológica. El joven Lévi-Strauss gusta ba de dar largos paseos por los alrededores de la casa de campo de sus padres en Cevennes. Aficionado a la geología, se esforzaba en descubrir el orden geológico oculto en el “inmenso desorden” de cada paisaje. Se esforzaba en descifrar, bajo las apariencias del paisaje, la estructura secreta de las rocas y de las tierras, en descu brir “un sentido principal, sin duda oscuro, pero del que cada uno de los otros es transposición parcial o deforma da”. Haciendo de la geología un modelo de toda ciencia, Lévi-Strauss pretende claramente acercar las ciencias hu manas a las ciencias de la naturaleza. Las ciencias humanas, lo mismo que las ciencias de la r se fundan en tina discontinuidad entre lo dado y lo inteligible, entre lo sensible y lo racional. El concepto bachelardiano de “corte epistemológico” puede aplicarse también a las ciencias humanas. Toda ciencia es busca de una estructura lógica disimulada en las significaciones superficiales de lo vivido, en el tremendo desorden de las apariencias.
Todo esto, se dirá, nos aleja bastante de la psicología propiamente dicha. No olvidemos, sin embargo, que el campo más fecundo de la psicología contemporánea —es decir, el psicoanálisis— fue recientemente repensado y pro fundizado a la luz del estructuralismo saussuriano. Cierto que el doctor Lacan dice que permanece fiel a las enseñan zas del propio Freud. Todos sus estudios se sitúan bajo el signo del retorno a Freud, pero de un Freud que sería mejor comprendido a través de la lingüística estructural. ¿Acaso noes el psicoanalista, en cierto modo, un linguista, un tra ductor que se dedica a “descifrar” el contenido mani fiesto de los sueños y de los síntomas, para descubrir su significación latente? Los temas reprimidos son los que el enfermo no puede expresar con palabras claras y que se traducen “en otra parte, en otro registro, en lenguaje cifrado, clandestino”. El inconsciente, dice muy bien La can, es “la parte del discurso concreto que falta a la disposición del sujeto para restablecer la continuidad de su discurso consciente”. Transformar “los conflictos en relatos” (Delay), restituir al sujeto “una palabra ple na” (Lacan): tal es el fin de la cura psicoanalítica. Pero, más precisamente, cuando Lacan nos dice que las imáge nes del sueño, los síntomas neuróticos, son el lenguaje del inconsciente, son “las significantes de un significado re primido en la conciencia del sujeto”, hay que tomarlo al pie de la letra, es decir, comprender que las leyes que rigen el material inconsciente son las mismas que los lingüistas descubren actuando sobre los mecanismos de las lenguas existentes. En el mecanismo de los síntomas y de los sue ños, se encuentra “una estructura idéntica a la del lengua je”, es decir, “una estructura tal que se manifiesta en las lenguas efectivamente habladas por las masas humanas”. En realidad, Lacan insistió sobre todo en el siguiente he cho, que es efectivamente notable: los procedimientos de simbolización propios del inconsciente tienen la misma es tructura que los procedimientos estilísticos del discurso. En el sueño, ese “enigma”, dice acertadamente Lacan, el inconsciente se expresa por figuras análogas a las “figuras retóricas”. El inconsciente se disimula con procedimientos de sustitución, en los que reconocemos el eufemismo, la antífrasis, la litote. El procedimiento de condensación en el sueño recuerda la metáfora. En cuanto al fenómeno de desplazamiento en el sueño (donde vemos que un objeto reprimido es significado discretamente, sea por el conjunto que lo contiene, sea por una de sus partes), se parece tam bién extrañamente a “figuras” bien conocidas de los gramáticos, por ejemplo la metonimia (el continente tomado por el contenido: por ejemplo, decir “toda la sala” aplau de, en vez de “las personas que están en la sala”) o la sinécdoque (la parte tomada por el todo). En efecto: en el extraño lenguaje del sueño, el inconsciente sustituye sin cesar un término por otro, por restricción o extensión del sentido. En el fondo, esto no debería sorprender, porque el hombre es ante todo palabra, porque las prohibiciones que se nos imponen son ante todo vocablos, porque la necesi dad animal sólo se convierte en deseo humano al formular- se en el lenguaje, al “pasar por las angosturas del signifi cante”. Así, el inconsciente freudiano no es más, según Lacan, que “un discurso cuya gramática y cuya sintaxis ignora el sujeto”.
En Lacan, entiéndase bien, el retorno “estructuralista” a Freud se hace en un sentido antifenomenológico y, según se dice, “antihumanista”. Como dice Lacan, “pienso donde no soy, soy donde no pienso”. Las estructuras que me de terminan son inconscientes. Rechaza, pues, la primacía cartesiana y kantiana del sujeto pensante, todavía ilustra da por la fenomenología. El hombre se desvanece ante las estructuras. Este es uno de los temas filosóficos más im portantes de la nueva escuela. Volvemos a encontrarlo en Las Palabras y las Cosas, de Michel Foucault: “A todos los que no quieren pensar sin pensar en seguida que es el hombre quien piensa, sólo se les puede oponer una risa fi losófica.” Después de Nietzsche, que gritaba “Dios ha muerto”, los pensadores estructuralistas proclaman hoy, en cierto modo, la “muerte del hombre”.
Pero, si bajamos de estas alturas filosóficas y tratamos de volver a una concepción más modesta y estrechamente científica del estructuralismo, debemos reconocer que éste no es, en psicología, algo radicalmente nuevo. Nuestros lectores pueden consultar provechosamente, a este respec to, el capítulo iv de la excelente obrita dedicada por M. Pia get al Estructuralismo (P.U.F., colección “Que sais-je?’).
M. Piaget está en lo cierto al recordar que la teoría de la forma fue, a su manera, una primera escuela estructura- lista. Contra el espíritu analítico y “atomístico” del asocia cionismo del siglo XIX, que explicaba todas las funciones mentales por “asociaciones mentales de elementos pre vios” (por ejemplo, la percepción explicada por asociacio nes de sensaciones), el “gestaltismo” hizo valer un espíritu “globalista” según el cual, por ejemplo, las formas son percibidas de repente como totalidades estructuradas. Por otra parte, el gestaltismo pecó sin duda por un exceso pa radójicamente análogo al del asociacionismo; explicar las funciones psicológicas de los seres vivos por asociaciones mecánicas de elementos o por la captación pasiva de “for mas” objetivas hechas, es, en ambos casos, minimizar la actividad del propio sujeto vivo. La doctrina de Piaget sobre estos problemas está notablemente matizada y es, a nuestro parecer, la que se acerca más a los datos experi mentales. ¿Es Piaget estructuralista? Si el “estructuralis mo” rechaza toda “diacronía”, si la psicología no es más, de un modo u otro, que el “espejo de la lógica”, Piaget apa rece evidentemente opuesto a este estructuralismo logi cista y “platonizante”. Pues la psicología de Piaget es ante todo una psicología genética Pero, si admitirnos que es tructura quiere decir, ante todo, “construcción’, entonces podemos decir que la obra de Piaget, esencialmente con sagrada a la génesis de las estructuras mentales, es típi camente estructuralista. Por ejemplo, las estructuras lógi cas —estructuras de equilibrio y de reciprocidad— sólo pueden ser alcanzadas por la mente humana después de un desarrollo. La inteligencia adulta es la percepción de rela ciones reversibles. El niño de tres años no ha alcanzado el nivel en que son posibles las operaciones reversibles (se le pregunta: “i,Tienes un hermano, hijo mío?” Y él responde:
“Sí, Juan es mi hermano.” Pero, si le preguntamos:
“Y Juan ¿tiene un hermano?”, no sabe responder, porque no capta la reversibilidad de la relación fraternal). En rea lidad, las estructuras mentales se construyen por etapas, a través, según Piaget (véase su excelente libro sobre La inteligencia), de un doble proceso de asimilación y acomo dación. La asimilación es el acto del sujeto que integra siempre nuevos objetos a sus “esquemas” (el niño chupa el chupete después de haberse chupado el pulgar). La aco modación es, por el contrario, una adaptación a las pro piedades nuevas de los objetos mismos. Podemos ver, pues, en la obra de Piaget, una interesante reconciliación de los conceptos falsamente antinómicos de génesis y estructura.


¿Encarna este bosque de GiacomettL en su realidad de bronce, la idea de que la psicología es una ciencia de la acción al servicio de la acción? No lo sé; tal vez estos árboles de metal hacen resonar más bien la frase desengañada de Gabriel Marceí’ “Todo es verdad en psicología,’ pero, precisamente porque es verdad, deja sitio a muchos errores...”

Conclusión.

Esta breve historia de la psicología —o más bien, de los conceptos teóricos en que se apoya la investigación psico lógica—, ¿nos permite ver más claro en la orientación de la psicología contemporánea? A primera vista, podríamos pensar que la psicología de hoy no ha superado las contra dicciones metodológicas que la caracterizaban hace cin cuenta años. En términos generales, ¿no sigue habiendo una reflexión sobre el alma (psicología fenomenológica) y una ciencia del comportamiento (psicología de laborato rio)? En realidad, la psicología objetivista y la psicología “humanista” han dado cada cual un paso para acercarse a la otra. La psicología objetivista ya no es de tipo meca nicista: el neo-behaviorismo, familiarizado con la idea de totalidad gracias a la teoría de la forma, y con la idea de “significación” gracias al psicoanálisis, presta ahora atención a las significaciones y a los valores de las conduc tas. Por otra parte, la psicología “humanista” ha dejado de ser ingenuamente introspectiva. Al convertirse en una “feno menología”, aparece como una psicología de la acción. En efecto: la idea esencial de Husserl es definir la conciencia como intencionalidad, es decir, como actitud, como una forma de la acción. Cuando Sartre estudia la imaginación o la emoción, su objeto no es el alma —fantasma de la interioridad—, sino, lisa y llanamente, “un ser en situación en el mundo”. Se puede, pues, asegurar que hoy, la psicolo gía, bajo cualquiera de sus formas, es una ciencia de la acción.
Pero, ¿por qué esta revolución fundamental? ¿Se ha mo dificado únicamente la psicología, en su desarrollo autó nomo? ¿O ha cambiado también —y más profundamente— el hombre? Ya Bergson, reflejando la revolución industrial del siglo XIX, sitúa al horno faber en el origen del horno sapiens, y define la inteligencia como facultad de fabricar utensilios. El hombre del siglo xx acusa aún más claramen te estos rasgos característicos; ya no es esencialmente el animal pensante. Es el animal industrioso, el animal que transforma el mundo. Es el sujeto de la acción. La psico logía, al dejar de ser reflexión sobre el alma para conver tirse en reflexión sobre la acción, no ha hecho más que adaptarse fielmente a la evolución del hombre mismo.
Y si hablamos ahora, no solamente de las concepciones y las teorías de la psicología, sino de sus resultados prác ticos, comprenderemos, aún con más claridad, que la psi cología es una ciencia de la acción al servicio de la acción. En realidad, ocurre con la psicología moderna lo mismo que con todas las ciencias: todas proceden de dificultades experimentadas por las técnicas espontáneas, rutinarias, cuyo fracaso exige el análisis objetivo de un problema. La psicopatología es una reflexión provocada por el problema práctico del tratamiento de los enfermos mentales. La psicología de laboratorio sólo se desarrolló de veras ante las exigencias de la orientación profesional, ante la necesi dad de seleccionar los trabaj adores de tal o cual servicio, según sus aptitudes. Fue ante todo la guerra (ya la de 19 14- 19 18, especialmente a partir de la intervención americana) la que subrayó la urgencia de las investigaciones sobre la percepción y la motricidad (i,cuál es, por ejemplo, la dis posición más eficaz para pilotar aviones?). Una vez resta blecida la paz, las máquinas de la industria exigían tam bién estudios de orden psicológico, para su más cómoda y más racional utilización por los obreros. La necesidad
—con fines de rendimiento máximo— de poner siempre “the right man in the right place” explica que grandes em presas monten laboratorios de psicotecnia; por ejemplo, la administración autónoma de los transportes parisienses cuenta con un laboratorio de psicología organizado en 1925 por J.-M. Lathy. A su vez, la psicología del niño aparece suscitada por las dificultades y los fracasos de la práctica pedagógica corriente. Conocido es el origen de los “tests de inteligencia”. El gobierno español ha estudiado el pro blema de los subnormales y aunque no se haya llegado a muy positivos resultados, de hecho existe el organismo S.E.R.E.M. (antiguo P.A.N.A.P.), dependiente de los Ministerios de Trabajo, Gobernación, Hacienda y Educación, que se cuida de estos problemas. Asimismo existe la Ley del 68 de Protección al subnormal, dependiente del Depar tamento de Sanidad y del Ministerio de Trabajo. Aparte de procurar los beneficios a estos niños, había que descubrir a los intelectualmente atrasados y clasificarlos según la gra vedad de su atraso. De aquí los trabajos de Binet y de Simon, que elaboraron su célebre escala métrica de inteligencia. El éxito de los tests, en todos los campos, está relacionado, como observó Ganguilhem en un penetrante artículo de la revista francesa Reune de Métaphysique et de Morale (enero.marzo de 1958), con las condiciones particulares de la selección en un estado democrático; la desaparición del régimen de castas, del derecho de ocuparse de tales o cua les cargos o funciones, trae consigo “la práctica generali zada de la peritación”. Los marxistas, por su com prendieron muy bien que la extensión de la psicotecnia es taba ligada a las ideologías de la democracia liberal. Para ellos, el papel de la psicología es reaccionario y maquiavé lico. Fundar la jerarquía social en la selección de las aptitu des es tratar de justificar legalmente la desigualdad social, es hacer de la aptitud una “característica natural”, siendo así que, muchas veces, la “aptitud” supuestamente natu ral no es más que una consecuencia de la educación y del medio. Hay contradicción entre la psicotecnia, que, al ca racterizar a los individuos, los fija en cierto modo en el es tado de desarrollo en que los encuentra, y una política ge nerosa y progresista cuya primera preocupación es trans formar al hombre. Este fue, al menos, el punto de vista de Leontiev en 1954, en el Congreso de Psicología de Mont real. Sin ir tan lejos, hay que reconocer que un test no tiene nunca un carácter absoluto y que el veredicto que permite formular guarda siempre relación con ciertas con diciones. Así, los primeros tests americanos de medición de la inteligencia llevaron a la ingenua conclusión de que los blancos tenían, por término medio, una inteligencia su perior a la de los negros; y esto, sencillamente, porque las pruebas de aquellos tests se referían exclusivamente a las condiciones de vida de los blancos. Por ejemplo, la prueba consistente en completar la frase “El debe reinar en las iglesias yen las bibliotecas” era muy adecuada para los americanos blancos (que encontraban fácilmente la pala bra silencio), pero no para los negros (que, en sus iglesias, participan activamente y en voz alta en los servicios reli giosos).
Así, la psicología moderna presenta indiscutiblemente ciertos peligros junto a sus ventajas. Canguilhem —en el artículo citado— señaló enérgicamente la fuente de estos peligros. La psicotecnia se refiere a “un postulado implí cito la naturaleza del hombre es ser un útil”. En el mun do moderno, el hombre es considerado de buen grado como un instrumento, y la psicología — sobre todo cuando quiere ser “neutra”, objetiva, desligada de toda reflexión filosó fica o moral— puede convertirse en el útil temible y ciego de su esclavización. Para el industrial, el hombre no es más que un trabajador; para el comerciante, un consumidor; para un jefe de estado, el medio de una política. De aquí la psicología industrial, la psicología publicitaria (con la búsqueda solapada de las “motivaciones” del comprador) y la “acción psicológica” de las propagandas políticas mo dernas. Así, no sólo se expone la psicología a ponerse al servicio de fines discutibles, sino que sus propios medios serán a menudo censurables a los ojos de los humanistas. Pues el psicoanálisis —y todas las técnicas derivadas de él—, al descubrir la importancia de las motivaciones in conscientes, proporciona el medio de actuar sobre los hom bres sin saberlo éstos, y de maniobrar con ellos, engañán doles.
Pero de estas observaciones no puede desprenderse una condena inapelable de la psicología. La psicología permite tal vez transformar a un hombre en un robot. Pero permite también descubrir y analizar precisamente las maniobras de los que pretenden “robotizar” al hombre. Su vocación primera es demitificar, no crear mitos. Sólo ella da armas eficaces contra aquellos que quieren emplearla con fines inconfesables. La psicología aumenta la lucidez sobre el hombre y las posibilidades de acción. Sentado esto, el pro ceso al que algunos querrían someterla es tan vano como el que, desde hace tiempo, se ha intentado seguir contra todas las ciencias. A fin de cuentas, Platón decía ya que el médico es un hombre peligroso, porque su conocimiento de las drogas le permite envenenar, lo mismo que curar. Espantarse del creciente poder que está adquiriendo el hombre sobre sí mismo no sería un acto de humanidad.




Estas indias kamayuras del Mato Grosso, ¿tienen la misma psicología que las burguesas de cualquier rincón europeo, en sus reacciones más elementales y más viscerales? A través y más allá de las diferencias de comportamiento, debidas a la educación y al medio socioprofesional, queda siempre esta unidad de la psicología que aproxima, ante el sufrimiento, el peligro o la muerte, a los seres más opuestos entre sí. Protágoras lo expresó así hace dos mil quinientos años, en términos que después evolucionaron muy poco: “el hombre es la medida de todas las cosas”.

 

 

 
Este cuadro de Taylor, que se encuentra en el museo de la Universidad de Yale, representa un mercado de esclavos en los Estados Unidos, allá por el año 1852. Sin duda el humanismo filosófico hizo menos para la desaparición de la esclavitud que la propia evolución de las técnicas y los progresos de la industrialización. El desarrollo de las fuerzas productivas es la clave de la dialéctica del amo y el esclavo.
 
 
14. psicología y filosofía


Solidaridad y complementaridad de la psicología y la filosofía.
Para que la psicología pudiese estar completamente separada de la filosofía, sería preciso que su objeto y su método se asinililasen a los de las ciencias positivas. Esto es, por lo demás, lo que pretenden los defensores de la psicología científica. En esta perspectiva, la psicología filosófica habría tenido su razón de ser cuando el estado de la ciencia no permitía dar a las ciencias del hombre su estatuto metodológico positivo. Pero esta función provi sional y propiamente precientífica debía terminar nor malmente con la constitución de las ciencias del hom bre. Que esta posición vaya acompañada, como en Au gusto Comte, de la supresión del propio término de psi cología, o que éste se mantenga como psicología cien tífica moderna, importa poco: el campo de las investiga ciones de orden psicológico subsiste de todas maneras, aunque bajo una forma puramente científica. En cuanto a la filosofía, sin ser enteramente condenada, se hace mucho más estrecha y sólo puede abordar la psicología para analizar el método de esta disciplina, desde un punto de vista puramente epistemológico.
Ahora bien, esta concepción, que pretende reprimir la filosofía, se apoya en realidad en una metafísica implícita y no confesada, asignando al hombre un estatuto ontológico tanto más temible cuanto que no se le quiere defi nir en el plano filosófico que le es propio. Para conferir a la psicología la objetividad que caracterizaba ya a las ciencias de la naturaleza, era seguramente tentador em plear sus principales métodos y, sobre todo, considerar que el objeto de la psicología —el ser humano y su com portamiento— era de la misma naturaleza que el de las ciencias físico-químicas. De aquí una concepción natu ralista de la psicología, que empieza por desconocer la originalidad irreductible de un ser que siente y piensa, capaz de actuar según fines que se representa y de acuerdo con valores que reconoce. De aquí, un método exclusivamente experimental, que implica un determi nismo riguroso de los comportamientos humanos y busca, como la reflejología de Pavlov, explicar los com portamientos descomponiéndolos en un conjunto de reacciones elementales.
Al querer alcanzar la misma objetividad que las cien cias de la naturaleza, la psicología científica se expone a caer en un objetivismo que es caricatura de aquéllas, pues traiciona el primer deber de la objetividad, que es adecuar el método de investigación empleado a la natura leza y a las exigencias propias de la categoría de objetos estudiados. Ahora bien, el objeto humano, de la misma naturaleza que el psicólogo que lo estudia, debe ser des crito y comprendido, mientras que la cosa puede ser analizada y explicada. El método llamado fenomenológico o comprensivo sólo es susceptible de captar un compor tamiento que tiene ya un sentido para el que lo ha vivido. Semejante método puede ser de espíritu científico, en el sentido amplio de la palabra, por la intención de raciona lidad que lo anima y por su respeto a la realidad humana, de la que pretende dar cuenta apoyándose en investiga ciones experimentales; pero no puede separarse de la re flexión filosófica que le sirve de fundamento y le da fuer za. Por lo demás, este método fue fundado por Husserl partiendo de una crítica filosófica, y sólo posteriormente, con Scheler, Merleau-Ponty y Sartre, fue aplicado a la psicología.
Así pues, toda psicología implica una opción previa, de orden filosófico, sobre la naturaleza del hombre. La opción naturalista mutila el ser humano, pretendiendo construir una ciencia separada de la filosofía. Sólo la op ción humanista permite cómprender al hombre. Esto no significa, entiéndase bien, que las informaciones sacadas de la psicología de laboratorio carezcan de valor. Pero deben ser interpretadas por un psicólogo que sea también filósofo. Así, los fenómenos humanos escapan al puro empirismo que los reduce al estado de hechos, que les pone un rótulo, los mide y los clasifica, sin darles un sen tido.
La convergencia de la psicología y la filosofía aparece también bajo dos formas complementarias: la investiga ción psicológica, de una parte, conduce a problemas me tafísicos que presenta y que plantea; la metafísica, de otra, conduce a problemas psicológicos, dándoles un peso y una urgencia filosóficos.
Parece que el camino de la psicología a la filosofía es continuo y no exige la misma alteración mental que el paso de la ciencia a la reflexión sobre la ciencia, en la me dida en que la psicología es ya por esencia reflexiva. Como observa Piaget —y aquí está la clave de su obra—, la psicología de la inteligencia, sobre todo en forma de es tudio genético de su desarrollo, conduce naturalmente a la lógica de la razón. La psicología ilumina la lógica, pero encuentra en ella su cumplimiento y su justificación filo sófica. De la misma manera, la psicología de la voluntad conduce a la ética de la buena voluntad. En ambos casos, el proceso es parecido: el comportamiento humano que describe el psicólogo sólo es plenamente humano en cuanto suscita valores que el hombre reconoce y se es fuerza en encarnar. La segunda parte del Tratado de Psicología General, de Pradines, se titula El genio hu mano: la conducta humana no puede ser separada de las obras por las cuales se expresa, y es partiendo de estas...




 

Nacido en Neuchátel, Suiza, en 1896, Jean Piaget unió su nombre a las investigaciones más fecundas de la epistemología genética: el acrecentamiento de los mecanismos cognitivos asegura al hombre una interiorización del mundo cada vez mayor. La historia psicológica personal del hombre, su psicogénesis, permite al individuo construir sistemas lógicos, una epistemología, cada vez más diferenciada.



...obras del genio humano —técnicas, religiones, artes y ciencias— que estudia después Pradines los instrumentos por los cuales las realiza, es decir, las conductas psico lógicas superiores, tales como la imaginación, la razón o la voluntad.
Además, la mayoría de los problemas metafísicos tie nen una base psicológica, partiendo de la cual se plantean concretamente: la postura frente a la realidad del mundo exterior hace más profundas y radicaliza las incertidum bres del mundo percibido. Todavía más directamente, la experiencia de la voluntad, y el sentimiento interior de libertad que le es inherente, provocan invenciblemente una reflexión sobre el poder de esta voluntad, sobre la realidad de la libertad que creemos experimentar. Indu dablemente, el psicólogo que se ve llevado de este modo al umbral de la metafísica puede eludirse por modestia o por escrúpulo metodológico. Sin duda no está obligado a responder a las preguntas que se le formulan, si considera que su examen no es de su incumbencia, o incluso que ex cede del entendimiento humano. Pero no por ello dejan de plantearse estas cuestiones, las cuales se hacen todavía más urgentes por el estudio psicológico.
 
Fin del Capítulo I


 
El estudiante que se encuentre listo a presentar examen, debera de estudiar todo el Capítulo I de Psicología General y solicitarlo a :
 
psicologohernando@yahoo.comDebera de haberse inscrito y estar matriculado.
 
 





 




 

 

 

¿Es esto un enigma, un jeroglífico, o surrealismo? No: es un Magritte. No estamos en 1924. Este cuadro data de 1964. ¿Es el hombre de la manzana? No; es... La Gran Guerra... Expresar la guerra de 1914 por una manzana colocada delante de la cara de un burgués de cuello duro y sombrero hongo, revela un psicoanálisis freudiano bien comprendido.


Freud había interpretado partiendo de la represión in consciente. Creemos que hay que situar en la línea de Ad ler la escuela psicoanalítica disidente más reciente, la de Karen Horney. Karen Horney insiste mucho más que Freud (y que Adler) en las dificultades presentes del en fermo, que son tan responsables de la neurosis como los traumatismos pasados. Pero, sobre todo (bajo la influen cia de Adler y tal vez también de la teoría de la forma), Karen Horney tiende a explicar las dificultades sexuales partiendo de reacciones de conjunto de la personalidad, y no el conjunto de la personalidad partiendo de tal o cual traumatismo sexual. Esta teoría acusa al freudismo de ceder a los prejuicios asociacionistas que imperaban aún a finales del siglo XIX. Consideremos (para expli carlo con un ejemplo sencillo) una personalidad maso quista (es decir, un enfermo que se complace peligrosa mente en sufrir, en humillarse continuamente). El freu diano tenderá a explicar esta perturbación por algún trau matism6 accidental. El individuo se habrá sentido sexual- mente excitado en el curso de experiencias de sumisión, de humillación, y el conjunto de su personalidad habrá sido marcado por esta característica adquirida de su li bido. El traumatismo singular se da aquí como clave de la personalidad; el elemento explica el conjunto. Según Karen Horney, hay que hacer lo contrario, es decir, ex plicar una libido masoquista (el dolor sexualmente exci tante) por el conjunto de la personalidad masoquista. El masoquismo “representa -una tentativa de adquirir segu ridad y satisfacción en la vida por la propia eliminación y por la dependencia”. La actitud global del masoquis mo es, en sí misma, un oscurecimiento al servicIo de la voluntad de poder. Y se refleja a su vez en la vida se xual del individuo, que es una expresión particular de aquélla y no su causa original.
Hay que reservar también un lugar destacado al psi quiatra de Zürich, Karl Gustav Jung. Tal vez su inmenso prestigio no se debe únicamente a las modificaciones que introdujo en las técnicas freudianas. La propaganda espi ritualista y religiosa aprovechó los trabajos de Jung, a los que considera capaces de purificar el psicoanálisis del “materialismo” y del “pansexualismo” freudianos. Se agradece al psicoanalista de Zürich la rehabilitación del “alma” y de los “valores espirituales”. Como nuestro punto de vista es exclusivamente psicológico, destacare mos esencialmente, en la obra de Jung, sus distinciones caracterológicas y su teoría del inconsciente colectivo. Según Jung, los esquemas adlerianos y los freudianos son igualmente ciertos, pero corresponden a tipos de hombres muy diferentes: el psicoanálisis adleriano con viene a los introvertidos, es decir, a los sujetos volcados sobre la vida interior, el culto del yo, y cuyo objetivo esencial es afirmarse ellos mismos, por medios diversos según las circunstancias. El psicoanálisis freudiano es adecuado para comprender a los extravertidos, es decir, a sujetos vueltos hacia el mundo exterior, hacia las demás personas. El sujeto freudiano depende siempre de algún “objeto”, ya se trate de la “imago” parental o del propio psicoanalista en el curso de la transferencia.
Por otra parte, el análisis de los sueños reveló a Jung que nuestro inconsciente está lleno de temas mitológi cos, de dioses y de diablos, de gigantes, de duendes, etc. Estas imágenes, que Jung llama “arquetipos”, se encuen

El sueño es el camino real que conduce al estudio del inconsciente. Este grabado de Blake no sólo evoca un paisaje onírico; simboliza la reunión del alma y el cuerpo, que precísamente se traduce en el sueño, tal vez aún más que en la vigilia, por toda una serie de atenciones y de intenciones diversas. Nuestra mente se sumerge en un medio de inconsciencia y de subconsciencia que constituye lo que no es conocido ni bien comprendido por nosotros. El fin del psicoanálisís es hacer que logremos conocerlo más y comprenderlo mejor.
 
 
 

El psicoanálisis plantea como un postulado nuestra inclinación natural a volver a la infancia, a querer volver atrás, a tratar de revivir un pasado desaparecido para siempre. Si es perfectamente legítimo “rehacer la infancia’ como aconsejaba san Francisco, es vano querer volver al estado fetal, tratar de remontarse a la profundidad intra uterina en la que vivimos antes de nuestro nacimiento. Cuando permanecemos de buen grado en un baño de agua caliente, podemos ver en ello un síntoma de un deseo inconsciente de volver a las aguas amnióticas. Pero el mar, siempre vivificante, expulsa a los fantasmas de nuestra añoranza de un paraíso perdido.
 
 
12. la psicología fenomenológica

La fenomenología es, ante todo, la filosofía del alemán Edmund Husserl (1859-1938). A decir verdad, las preocu paciones de este ilustre pensador, matemático en su ori gen, son mucho más filosóficas que psicológicas. Conti nuando la investigación platónica de las “esencias”, este filósofo parece incluso, en ciertos aspectos, preocu parse poco de los “accidentes” y de las “singulari dades” individuales que son el objeto propio de la psicolo gía moderna. Y sabido es que Husserl declaró la guerra al “psicologismo”.
Sin embargo, partiendo de su teoría de la conciencia, se ha dado una nueva orientación a la investigación psicoló gica, sobre todo en los trabajos de J.P. Sartre. Sartre ve en los conceptos filosóficos de Husserl una nueva oca sión de exorcizar el mito de la vida interior. Consideremos unos “estados de conciencia” tales como una percep ción, un recuerdo, una emoción: percibo macetas de flores en mi balcón. Esta percepción no es un estado interior; es un acto de mi conciencia que apunta a un objeto del mun do exterior. De la misma manera, si recuerdo un día de vacaciones, este recuerdo no es una realidad puramente interior; es un acto por el que mi conciencia se dirige hacia ciertos acontecimientos que tuvieron lugar en mi pasado.
Lo propio podría decirse de la emoción, del sentimiento. Un hombre se arroja sobre mí, y tengo miedo. También aquí, mi miedo aparece, no como un dato interior, sino como una actitud frente a alguien, como una manera de dirigir mi conciencia sobre una realidad del mundo exte rior. El mundo de los sentimientos, que pasa por ser el más íntimo, el más subjetivo, no escapa a esta ley; un sen timiento es, para mí, “una manera de ser en el mundo”. Amar y odiar son maneras de dirigirme a otros. Así, los da tos de mi conciencia no pueden constituir una “vida in terior”. Al contrario, según la célebre fórmula de Husserl, “toda conciencia es conciencia de alguna cosa”. La conciencia es intencionalidad, es decir, dirección hacia algo exterior a mí. Podríamos arriesgarnos a proponer esta fórmula: la conciencia husserliana no es nunca “estado de conciencia”, sino, siempre “conciencia de estado”. No hay estados de conciencia, sino maneras de “tomar conciencia de”. La psicología fenomenológica se propone, pues, describir las diversas intencionalidades de la con ciencia. Por ejemplo, Sartre, en Lo Imaginario, describe la estructura de la conciencia imaginante (imaginar un objeto es verlo como ausente a través de un símbolo presente, ya sea este símbolo, este “analogon” material, una foto-
Edmund Husserl (1859-1938) fue el inventor de la fe nomenología. Empezó siendo profesor de matemáticas. A sus cincuenta y cuatro años (1913) publicó sus Ideas para una fenomenología: y todo el mundo gritó: imilagro! Era, en efecto, el descubrimiento de una doctrina particularmente fecunda y realmente genial. Según Husserl, hay que librarse de todo el fárrago de las teorías que entorpecen la percepción simple de las cosas, de los “fenómenos’. Hay que procurar captar, “con alma desnuda e ingenua”, los hechos simples, concretos, reales, sin deslizar entre ellos y nuestra mente la engañosa pantalla de una interpretación teórica. Pero la conciencia que tenemos de los fenómenos no es nunca gratuita, “toda conciencia es conciencia de algo’ La conciencia es in tencionalidad.

 

grafía, cuando pienso en un amigo ausente, o un conjunto de fosfenos que bailan ante mis ojos cuando sueño, por la noche). En su Esbozo de una teoría de las emociones, trata de caracterizar la intencionalidad propia de la conciencia emocionada. Es una conciencia “mágica”, es decir, una conciencia que trata de resolver un problema por ca minos no racionales. (Por ejemplo, el que tiene que exami narse y llora, lo hace para no tener que hablar; el hombre que se desmaya de emoción elimina “mágicamente” un peligro, es decir, ¡ suprime su conciencia del peligro!)
La fenomenología es un esfuerzo para describir de ma nera directa la estructura de la conciencia, un esfuerzo para volver “a las cosas mismas”, con “un alma desnuda e ingenua”. El “fenómeno” es, en cierto modo, el “dato inmediato” de que ya hablaba Bergson. Los fenomenólo gos se apartan de la psicología mecanicista y “cientificis ta” por dos razones: en primer lugar, así como los psicólo gos mecanicistas buscan “causas”, se remontan a “los orígenes” de un estado de conciencia o de un comporta miento, los fenomenólogos “describen” estructuras, sig nificaciones de la conciencia. En segundo lugar, así como los mecanicistas quieren hacer entrar los fenómenos psico lógicos en la naturaleza universal, considerándolos con los mismos métodos que los fenómenos físicos y químicos, los fenomenólogos son sensibles a la originalidad del hecho psíquico. El hecho psíquico pertenece a una “región de lo real” distinta de la del hecho físico o químico. Recordemos aquí la célebre distinción que dieron Jaspers y Dilthey: no se puede estudiar al hombre con métodos que sirven para analizar los fenómenos materiales. Así como uno explica los hechos físicos, químicos o biológicos, trata de comp ren der los hechos humanos. Explicar es encontrar, en el ex terior, una relación entre dos cosas (por ejemplo, explicar la dilatación por el calentamiento). En cambio, cuando se trata del hombre, capto, en el interior, una significación:
“Die Natur erkléren wir, das Seelenleben verstehen wir” (La Naturaleza se explica, la vida del alma se comprende). Por ejemplo, cuando digo que tal individuo es muy ambi cioso porque se burlaron de él en su juventud y trata de compensar las vejaciones sufridas antaño, no me limito a recoger una ley general en una serie de observaciones (un ejemplo único no basta), sino que me pongo en cierto modo en el lugar del sujeto, le “comprendo”. No se podría expli car el hombre como una cosa del exterior, pero parece po sible comprender su actitud como “significación”, comunicando con él desde el interior.
 
 

 
 
 
 
 
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